Pontevedra retornó ayer a la Edad Media en una jornada que estuvo caracterizada por un ambiente lúdico y familiar en las principales plazas de la ciudad y su centro histórico. Miles de personas acudieron ayer a la Feira Franca que ya se consolida como una de las principales fiestas históricas de la comunidad gallega.

En la Praza da Ferrería los oficios tradicionales captaron la atención de los viandantes que hacían parada en todos y cada uno de los puestos de los artesanos. Decenas de curiosas y curiosos se apelotonaban alrededor del tallista que confeccionaba muebles antiguos, de la ceramista que modelaba con su torno delicadas piezas de alfarería y del tornero de gaitas, que con especial cuidado definía los surcos en la madera del ronquete, el soplete y el roncón.

Cerca de los soportales, el taller de caligrafía medieval y de confección de elementos ornamentales con bases florales acaparaba la atención de numerosas personas que, minuciosamente, procuraban recrear los diferentes modelos que las responsables ponían a su disposición. Broches, adornos para los cabellos o pequeñas figuras decorativas fueron algunas de las piezas que los asistentes confeccionaron con sus propias manos.

Asimismo, el obradoiro de cerámica causó gran sensación entre los más pequeños que, tomando como referencia el puesto de las ceramistas, intentaban imitar con la arcilla las piezas allí expuestas.

Sin embargo, al sonido embaucador de las flautas y tambores, el público no se resistió y se aglomeró al momento en el entorno de la Rúa dos Soportais para ver desfilar a los imponentes dragones que iniciaban su recorrido por el centro histórico de la ciudad acompañados de expertos lanzallamas.

Otra de las actividades que congregó a gran público fue la recreación del transporte del vino, a cargo por la asociación recreativa de Xeve, Art Monium y Pablo Méndez, quienes realizaron un recorrido con música y animación por las calles de Santa Clara, Sarmiento, Pasantaría, A Ferrería y A Peregrina.

Un gran comedor urbano

Un gran comedor urbano

Las altas temperaturas y la jornada soleada propiciaron una gran afluencia de público a la XX Feira Franca que este año descató por congregar más banquetes en el centro histórico de la ciudad, aliviando así la zona de la Alameda.

Como es tradicional, diversas familias, colectivos, asociaciones y pandillas de amigos se juntaron en diferentes puestos de comida convirtiendo así a Pontevedra en un gran comedor urbano. Empanada, guisos de carne, paella, churrasco, tortilla de patata, asados y estofados, fueron algunos de los platos que se compartieron en los banquetes que reunieron a cientos de comensales a la mesa.

Por otra parte, los hubo que prefirieron dejar los fogones para otra ocasión y optar por la alternativa más práctica: el 'choripán'. Eso sí, a la hora de comerlo, la mejor decisión era situarse bajo la sombra de algún árbol para sobrellevar el calor. De hecho, esta fue una de las imágenes que más llamaba la atención a media jornada; los jardines de los parques, las ruinas de Santo Domingo, los jardines de A Ferrería y las escaleras de los principales edificios de Pontevedra en los que daba la sombra, abarrotados hasta los topes.

En este sentido, dadas las altas temperaturas, una de las iniciativas más aplaudida por los asistentes fue la de la colocación de 15 fuentes por parte del Concello para poder hidratarse.

Deporte y música medieval

En la fiesta de recreación medieval no faltó detalle, pues además de la ornamentación característica de los eventos históricos, la música jugó un papel fundamental para que Pontevedra reviviera su medievo. Durante toda la jornada, los visitantes pudieron disfrutar del tradicional cantar de ciego, un concierto de zanfonas y diversas exhibiciones de danza y bailes medievales.

Por otra parte, el deporte también estuvo presente en cada esquina de la ciudad. A las puertas del instituto Valle Inclán, decenas de personas hacían cola para probar su destreza con el arco.

Mercenarios do Norte y la Escola Hungaresa fueron los responsables de la celebración de diversas demostraciones de esgrima antigua, así como la realización de un varios obradoiros de iniciación a la misma.

Las exhibiciones de cetrería también tuvieron su público y el colofón a las actividades deportivas llegó con la celebración del gran torneo medieval, a cargo de Hípica Celta, que se celebró en la plaza de toros de la ciudad.

Un año más, Pontevedra se visitó con sus mejores galas del medievo y dio de comer y beber a todas y todos aquellos que pasaron por la Feira Franca.