Marta Gómez estudió la carrera de Filología Inglesa, un máster y un ciclo. Lleva tres años en una empresa que le gusta, "pero siempre quieres buscar algo más seguro, con más sueldo y mejores condiciones laborales". Por eso se empezó a interesar por las oposiciones, después de que un familiar también comenzara. "Me contó que ella lo hacia online y me llamó la atención porque yo con mi horario no puedo asistir a clases", recuerda.
Oposita para administraciones locales, lo que supone un nivel C1. Admite que con sus estudios podría aspirar a otras opciones, pero reconoce que eso exige un tiempo del que ahora no dispone trabajando. Por ello, una de las cosas que más le llama la atención es que, una vez tuviera su plaza, podría ascender, "ir subiendo es mucho más fácil porque en las convocatorias se sacan plazas de promoción interna, donde compites con menos gente", explica.
"Opositar y trabajar es cansado", reconoce, "ahora en verano salgo antes, pero en invierno hay días que no puedo". Esta es la realidad de muchos opositores que compaginan su vida laboral con los estudios. "Yo no llevo la vida de opositor que llevan otros que están muchas horas en academia. Yo ahora mismo no puedo permitirme eso", explica Marta, de 29 años, que vive con su pareja. En un futuro se plantea dedicar sus ahorros para dedicarse al 100% a conseguir su plaza, pero mientras, tiene que seguir compaginando. Mientras tanto, al volver de trabajar, aprovecha para mirar el tema, ver clases online y hacer esquemas y el fin de semana es cuando más estudia.
Reconoce que se ha llevado una desilusión con el mundo laboral, "he tenido suerte y estoy contenta, pero noto que me voy a quedar estancada donde estoy, no hay posibilidad de crecer o no te suben los sueldos hasta donde tu querrías para empezar una vida y comprar una casa", admite. Y asegura que si la apareciera una oportunidad laboral mejor se plantearía dejar las oposiciones.
