David Boleas, vecino de Pontevedra composta en Ponte Boleira, justifica que composta "por conciencia ecológica, soy de ciudad, pero sí que conocía el compostaje por un viaje a Noruega", explica. Mientras comparte ideas con los maestros se apunta a la lista de espera para recoger fertilizante a través de su ficha técnica, en su caso será la primera vez que lo pruebe.
"Un día había una jornada de información cerca de casa, fui y me gustó mucho la idea".
Además recuerda, al igual que los maestros composteros, que aquel día "había por un lado gente manifestándose en contra y luego por otro estábamos los que nos informábamos de cómo iba el plan". Las principales dudas que le surgían al principio era el saber cómo hacerlo bien y qué se podía echar y qué no. Pero el proceso es más que fácil", resume.
En casa están todos concienciados, compostan aproximadamente cada dos días y tienen un cubo dedicado a ello. Su hijo menor es al que más le apasiona la idea de aprovechar los residuos. "Compostando te das cuenta de la cantidad de residuos que generamos y que no estamos aprovechamos. Me siento muy bien por ver la utilidad de ese residuo que antes se echaba a la basura y se perdía", expresa.
"Creo que no hay que plantearse el plan, sino que hay que hacerlo y extenderlo. Habrá un momento en el que la Unión Europea lo exigirá a los países".
Como vecino de la zona defiende que los centros de compostaje no huelen "en absoluto" e indica que en muchas ocasiones, en contraposición, le molesta el olor de los contenedores de basura.
