La gran espina clavada de la familia Iglesias es que el de su hermana no se tratase desde un inicio como un caso de violencia de género. Antes de que la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta, UdeV, llegase de Madrid a Pontevedra pasaron varios días. El entorno de Sonia Iglesias fue a declarar, pero no se realizó ninguna detención.

Dos años después Julio Araújo fue imputado judicialmente por detención ilegal. El momento de la declaración que más le molestó fue cuando las preguntas giraron en torno a un preservativo que esgrimía como prueba de que las cosas no le iban mal con Sonia Iglesias. Pero tras un análisis, solo apareció ADN de él.

El caso cambió al juzgado especializado en violencia de género por fin en septiembre de 2013.