El cierre total del puente de O Burgo es definitivo para los coches desde marzo pasado y temporal, por algunos meses, para los peatones, desde hace diez días. Y esta medida no solo afecta a los vecinos más próximos y a los comerciantes del centro histórico, ya que los clientes cruzan el río por otros puentes y ya no recorren la zona monumental.

El desvío también provoca despistes y confusiones entre los peregrinos que realizan el Camiño Portugués. El puente de O Burgo es uno de los tramos neurálgicos de esta ruta jacobea, pero al llegar a su cabecera Sur, en la plaza de Valentín García Escudero, los caminantes deben dirigirse a otro viaducto, el de As Correntes o el de Santiago preferentemente. Pero muchos se pierden en este desvío y se ven obligados a pedir ayuda, como ocurrió ayer con un grupo que aprovechó la presencia de un vehículo de la Guardia Civil en As Correntes para encontrar de nuevo el camino.

El corte se ha aplicado en una de las épocas del año de mayor afluencia de peregrinos a Pontevedra, en vísperas del Día del Apóstol. Además, los caminantes ya deben convivir desde hace meses con las obras en la rúa de O Gorgullón, entrada del Camiño en el casco urbano, y objeto de reformas.