"Barcas orilladas y trasfondo". Es el título de la obra con la que el pintor pontevedrés Laureano Troitiño ha participado en la recién clausurada Bienal de Génova. "La experiencia ha sido muy interesante", explica el autor, "todos los trabajos preparativos resultaron muy estimulantes, pero lo peor es que por cuestiones familiares no pude asistir a la muestra, pero para mi el que me hayan elegido para es exposición internacional ya es más que un éxito".

- ¿Cómo surgió la idea de participar en la Bienal de Génova?

-Casi por casualidad. Leí en una publicación la celebración de la Bienal y me planteé por qué no inscribirse. Presenté fotos de varias obras, curriculum y trayectoria y tuve la suerte de encajar en el proyecto que buscaba la Bienal y seleccionaron una de mis obras,

- ¿Cuántos autores fueron seleccionados para la exposición y en qué áreas trabajan?

-Éramos más de 40 artistas de diferentes países porque se trata de una bienal internacional. Y la mayoría de ellos trabajan más o menos la línea en la que yo también estoy trabajando, una línea vanguardista, más expresionista también, muy moderna y con bastante abstracción.

- ¿Cómo empezó su vocación artística?

-Fue en los tiempos de Bachillerato, ya en ese momento hacía mis dibujos y pinitos, pero como algo muy relacionado con el entretenimiento. Después hubo un parón, una rutina de familia, trabajo etc y después retomé poco a poco la afición. Fue hace más de veinte años que lo retomé.

- ¿A partir de ese momento, cómo se desarrolló su trabajo?

-Fue un trabajo formativo, de prueba y error, vas probando técnicas, materiales y otros elementos hasta que al final me decanté por lo que estoy haciendo ahora. Mayoritariamente lo que hago es óleo y utilizo el lienzo como soporte. Es el que prefiero aunque probé otros, como el cristal, la teja, la pizarra, la madera, en fin, quizás un poco de todo.

- Incide en que su pintora está muy influida por los viajes

-Mi periplo formativo es un tanto peculiar y está muy ligado a los viajes y andanzas por el mundo. Por ejemplo estuve en 2010 en la embajada española en Trípoli, en Libia, y allí también participé en trabajos de orfebrería, en cobre y esmalte. Y después estuve en la República Democrática del Congo, también en la embajada, en donde asistí a la academia que equivale aquí a Bellas Artes, para poder trabajar más el dibujo, emplear materiales como el carbón, el pergamino, el barro o la madera. Es algo que se sale de la formación reglada habitual y que se incorpora a mi trabajo.

- Tras esa trayectoria, ¿cómo le gusta definir su obra?

-Me gusta lo que estoy haciendo desde hace ya un par de años, y es el trabajo en el mundo de la vanguardia. La vanguardia me encanta, es mucho más creativa que lo que venía haciendo hasta ese momento, que era el naturalismo y el realismo puro y duro, muy ortodoxo por supuesto. Pero una vez que empecé a, vamos a llamarle así, coquetear con la vanguardia me gustó tanto que me quedé con ello y ahí estoy.

- ¿Qué buscaba con Barcas orilladas y trasfondo?

-Forma parte de mi última obra, en la que partiendo de mi realidad interpretativa atlántica y pontevedresa, el tema troncal gira básicamente alrededor del paisaje, en este caso marino, aunque reinterpretado. Y es que considero que el pasaje tiene una importancia vital en nuestro quehacer diario como seres humanos que habitamos este planeta Tierra. Es tan necesario en nuestras vidas como lo son el agua y el aire que respiramos. Conforman un todo. Me considero en ese sentido un pintor eminentemente paisajista, aunque en los inicios de mi carrera también me interesaron otros temas como el bodegón y el retrato.