Carmela Silva hizo un pequeño hueco en su discurso a las emociones personales, un gesto para su familia, presente en el acto. Hacia su madre, a la que besó tras ser investida, y especialmente hacia su hijo, el futbolista del Torino Iago Falque Silva, a quien sus compromisos profesionales habían impedido estar en la investidura de 2015 y quien, por vez primera, veía en persona como elegían a su madre presidenta de la Diputación.