El cadáver que apareció en la mañana de ayer bajo una batea en Vilaboa corresponde al pontevedrés Alejandro C.L., de 49 años, vecino de Campañó, que desapareció el pasado 11 de mayo a medianoche tras abandonar su vehículo en marcha en el puente de Rande. Las autoridades ya informaron a la familia de la víctima.

Sucesos en Pontevedra | Rescatan del mar en Vilaboa el cuerpo de un hombre atrapado en un batea

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Un bateeiro vislumbró un cuerpo boca abajo enganchado en una de las plataformas y avisó a los servicios de emergencias. Pasaban de las 8.30 horas cuando el 112 recibió su llamada e inmediatamente movilizó a Guardia Civil, Servizo de Gardacostas de Galicia, Salvamento Marítimo, 061 y Protección Civil del ayuntamiento.

El cuerpo apareció en la sexta batea del polígono que se extiende frente a la playa de la Calera, en San Adrián de Cobres, a escasos metros del puente de Rande y a la que se accede a través de un terraplén desde la N-554. El mejillonero al levantar una cuerda de la batea observó un cuerpo hundido.

Fuentes de Salvamento Marítimo han concretado que acudió a la zona la embarcación "Salvamar Mirach", que se situó junto al cuerpo hasta la llegada de la patrullera de la Guardia Civil, que trasladó el cadáver hasta el varadero del muelle de Cangas. Allí, una jueza y una forense procedieron a su levantamiento. Se ha hecho cargo del asunto el Juzgado número 1 de Cangas, en funciones de Guardia.

Fuentes de la investigación apuntan que por la hinchazón del cuerpo se sabe que ha estado en el mar mucho tiempo, ya que estaba "irreconocible". Hoy se realizará la autopsia para determinar la causa de la muerte.

A las pocas horas de su aparición se confirmó que es el vecino de Pontevedra, Alejandro C.L., al que se le perdió la pista hace un mes en Rande. Fuentes de la investigación ya señalaban tras la aparición del cuerpo, que las ropas que llevaba el cadáver coincidían con las descritas en su día por la familia de Alejandro.

La principal hipótesis que barajaba la Guardia Civil, y la causa más probable que trataba de asimilar la familia, era que se había precipitado desde el puente a la ría.

Se da la circunstancia de que la víctima cumplía 50 años mañana, domingo y sus amigos le tenían preparada una fiesta. Alejandro, junto con su hermano, eran propietarios de dos gimnasios, uno en Pontevedra y otro en la localidad coruñesa de Boiro.