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Leoncio Feijoo: "Los gigantes y cabezudos son un patrimonio autónomo de nuestro folclore"

"En Pontevedra he documentado que en el siglo XVII ya teníamos una pareja"

Los gigantes de Pontevedra es la nueva obra del investigador pontevedrés Leoncio Feijoo, un título injusto con una parte de los protagonistas, reconoce el autor, "porque realmente son los gigantes y cabezudos de Pontevedra, pero lo elegí porque el prestigio de la comparsa siempre lo llevan los gigantes y son las piezas que más interés despiertan".

- ¿De dónde proceden los gigantes y cabezudos?

-Los gigantes y cabezudos en España tienen un origen ligado a la procesión del Corpus, es unánimemente reconocido que eran elementos alegóricos que abrían la procesión. Tuvieron su momento de esplendor en los siglos XVII y XVIII.

- ¿Cuándo aparecen en Pontevedra?

-En el caso de Pontevedra consigo documentar que en el siglo XVII y teníamos una pareja de gigantes.

- ¿En qué procesiones desfilaban?

-En principio salían en el Corpus y a lo mejor en otras ceremonias como recibimiento de reyes o en actos cívicos como la conmemoración del nacimiento de un infante real. Eran figuras que tenían ese carácter de populares pero a la vez solemnes y extraordinarias.

- ¿Cuál es su origen?

-Hay muchísimas teorías, se han planteado hipótesis muy variadas e incluso el padre Sarmiento ha escrito sobre eso. Se debate sobre si realmente representaban al infierno vencido por la eucaristía, hay muchas hipótesis pero no se sabe a ciencia cierta cuál es el origen. Se sabe que es alegórico, es una representación del bien, del mal y tuvo tal arraigo que se consolidó en el folclore español.

- ¿Cómo es la tipología de los cabezudos? ¿Representan a personajes?

-En principio los cabezudos aparecen precisamente como contrapunto de los gigantes, que eran majestuosos y solemnes. Frente a ellos el cabezudo era más cómico, más grotesco y también más efímero: un gigante podía durar varias décadas mientras que el cabezudo enseguida desaparecía de escena.

- ¿Eran muñecos de papel, de tela?

-( sonríe) Si, bueno, precisamente lo primero que digo en el libro es que son figuras de cortejo, el nombre técnico y que me niego a llamarle muñecos. Los gigantes y cabezudos son un patrimonio tan consolidado y definido que hay que considerarlos como lo que son, como un patrimonio autónomo en el marco de nuestro folclore.

- ¿Cómo evolucionaron estas figuras en la historia pontevedresa?

-Es curiosísima esa evolución, porque hubo un momento en el que Carlos III, en la Ilustración, los prohibe porque los identifica a la superstición, algo totalmente contrario a las ideas del movimiento ilustrado. A los gigantes los salva precisamente la cofradía de La Peregrina. Hacia 1800 y 1805 constato en los papeles de la cofradía de La Peregrina que recupera los gigantes para los cortejos procesionales de Pontevedra.

- También de nuevo con ese simbolismo del arranque de la ceremonia

-Sí, también es la interpretación que hago de ellos. Es algo casi misterioso, como heraldos, como que introducen algo importante, un tipo de pregoneros.

- Dado el carácter efímero de los materiales deduzco que Pontevedra habrá tenido decenas de ellos

-Lo curioso del caso, la suerte de mi investigación, fue que los papeles del siglo XIX de la cofradía de La Peregrina se depositaron en el Archivo, y gracias a ello pude reconstruir estados de cuentas e inventarios. Así se ve que a lo largo de todo ese siglo XIX hubo gigantes, con Fernando VII, con Isabel II, con la Primera República, con la Restauración borbónica, es muy interesante porque es lo que prueba la continuidad en el tiempo de la costumbre.

- Siguen existiendo ¿Cómo ha sido su devenir reciente?

-Uno de los leitmotiv del libro es que en el lejano 1889 la cofradía de La Peregrina compra una pareja de gigantes en Barcelona. Y lo asombroso es que esa pareja va a subsistir a lo largo del siglo XX, son los que nosotros de pequeños llamábamos gigantes negros.

- ¿Se conservan actualmente?

-Subsistieron durante el siglo XIX, durante todo el XX y la desgracia es que el Concello no supo, no fue capaz de conservarlos. Compró unos nuevos, los que representan ahora a los Reyes Católicos, pero no fue capaz de conservar estos originales, por desconocimiento de su valor o por las circunstancias que fuesen. Se guardan en dependencias del Pazo da Cultura, en los almacenes.

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