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Dejó de celebrarse cuando ya no se encontraban manadas

De las "corridas de arroaces" en Pontevedra se recoge testimonio también en un largo poema del poeta José Benito Amado -como también recoge Felipe Valdés Hansen en sus investigaciones- que "compuestos como oda de los festejos populares de Pontevedra y su gente, se convirtieron en la fuente de la que se sirvieron las descripciones posteriores que, sin embargo, han omitido la procedencia de la información. Es la razón por la que las descripciones posteriores por parte de autores que no conocieron el festejo suelen incurrir con facilidad en la connotación aguerrida o heroica de la lucha entre hombre y cetáceo, no siendo así en el caso de algún autor que, como Cuveiro Pinol, fue testigo directo de lo relatado", explica Valdés Hansen.

Todavía hoy

Añade que su descripción "nos recuerda más a las crueles escenas que todavía se repiten hoy en algunos lugares como Japón o las islas Feroe, que a una modesta evocación de la pesca de la ballena: los moureiros esperaban la bajamar para acometerlos limitando la agilidad de la manada de delfines que, con apenas agua para nadar y menos para zafarse de los pescadores, heridos o muertos varaban y eran arrastrados, incluso por los niños, hasta la orilla".

Con el tiempo fue desapareciendo esta costumbre, como consecuencia de la regresión de los arroaces en esta y otras rías, explica Felipe Valdés Hansen. "Prueba de ello es que el 13 de agosto de 1859 no se pudo celebrar el tradicional acontecimiento por no hallarse ninguna manada en toda la ría de Pontevedra", recoge Felipe Valdés Hansen en su trabajo "El problema pesquero con los delfines y su persecución en Galicia (siglos XIII al XX)", del Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento.

Recoge también el testimonio de Prudencio Landín quien escribió que habían desaparecido estas matanzas "porque delfines apenas asomaban en cantidad suficiente a la ría y, sobre todo, porque los pescadores no se mostraban muy propicios a repetirlo".

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