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Un museo en cajas

Varias de las principales joyas de la institución, como las estatuas del Pórtico de la Gloria, el Tímpano de Palmou o el grueso de la mejor epigrafía romana del Noroeste, permanecen embaladas

Claustro del Sarmiento en la apertura del edificio en 2013. Ni una de las piezas de la imagen (entre ellas los dos Profetas) se expone hoy. // FdV

Tras la donación en 1955 de las estatuas del Pórtico de la Gloria a la familia Franco, el entonces director del Museo de Pontevedra, José Filgueira Valverde, se sentía disculpado para poner en marcha su estrategia. "Creo que estamos justificados al comprar todo lo compostelano que salga y que nos pete. Nunca podrán quejarse ya", escribe a su amigo y director del Museo del Prado Sánchez Cantón. Unos meses después la institución capitalina compra al conde de Ximonde los Profetas, dos esculturas llamadas a ser las piezas estelares de la ya de por sí deslumbrante colección artística de la ciudad del Lérez.

Como tales joyas ocuparon un lugar de honor más de medio siglo después, cuando en agosto de 2013 reabrió sus puertas el Edificio Sarmiento. Éste venía a completar la modernización del Museo tras la construcción del Sexto Edificio y la inversión de 28,8 millones de euros. En el antiguo claustro de los jesuitas, que recuperaba la luz tras décadas oculto, los Profetas se exhibían con otras piezas de referencia.

Todas estas obras, inclusive los Profetas, están hoy almacenadas y no se exhiben al público. El claustro del Edificio Sarmiento estaba ayer, literalmente, vacío. Solo se expone en un acceso desde el Sexto Edificio el Tímpano de Moaña, pero no así otra de las grandes joyas de la institución, el procedente de la iglesia lalinense de San Juan de Palmou.

El Tímpano de Palmou, datado entre 1150 y1160, es uno de los siete existentes en Galicia en los que se escenifica la temática de Sansón luchando con el León. Tras considerarse desaparecido fue recuperado en 2005 en una galería de Milán y adquirido por el Museo de Pontevedra. También ocupaba un lugar de honor en el Sarmiento antes de ser retirado.

Otro tanto sucede con los capitales que suelen ser considerados de época visigoda, si bien algunos (como los procedentes de Setecoros, en Valga, labrados en mármol azulado) "son claramente anteriores", confirman los técnicos, piezas de referencia que están presentes en todas las monografías.

Y es que un año después de la inauguración el entonces Ejecutivo provincial encargó una segunda musealización que modificó el claustro y tres de las salas. Se retira a partir de ese momento la exposición medieval, de modo que en un Museo con tal riqueza de fondos aparece un vacío entre el siglo V y el XV.

Los 15 miliarios romanos tuvieron otra suerte y se incorporaron no sin polémica al restaurante del Museo, mientras que otra parte de mejor epigrafía del Noroeste permanece embalada a la espera, como los Profetas y el Tímpano de Palmou, de tiempos mejores para el arte medieval.

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