Marga Dopico es víctima de violencia vicaria: la que se perpetra sobre el hijo de la mujer maltratada.
- ¿Qué fue lo que más le molestó de esta sentencia?
- Además del sentido del fallo, que aunque me lo esperaba no era el deseado, creo que la argumentación es muy pobre y la visión de los hechos en que se basa es parcial, sesgada. Para disculpar al agente compara su actuación con la de dos civiles y obvia a un experto en emergencias de la propia Guardia Civil, el sargento de la unidad orgánica de delitos contra las personas, que en el juicio dijo que ante las amenazas que yo recibí tenía que haberse activado el protocolo. Pero lo peor de la sentencia es que dice que yo no transmití debidamente la urgencia.
- ¿Siente que la acusa?
- No me siento culpabilizada pero sí siento que me responsabiliza. Lo que más me disgusta es que diga que no se movieron porque yo no di adecuadamente la voz de alarma. Lo verdaderamente alarmante es que a las mujeres no se nos escuche debidamente.
- Pasaron ocho años desde entonces. ¿Cree que mejoraron las cosas?
- Tengo mis dudas. Puede que se ponga un poco más de cuidado pero sigue pasando. Ahí están los casos recientes de Valencia y Castellón. Y también pasaba antes. A Ángela Carreño le pasó antes que a mí. Y tuvo que ir a Europa para que la justicia le diese la razón.
- Se quejan ustedes de que la sentencia no haga mención a precepto legal alguno.
- No entra en fundamentos legales porque considera que los hechos no tienen entidad suficiente. Hace un juicio de valor pero no se mete a analizarlo desde el punto de vista legal porque cree que la conducta del agente es intachable. Tampoco valora si había un protocolo, si se tendría que haber activado. Le parece que no llegó a moverse porque no era necesario.
- Si en este caso, tan grave y con pruebas evidentes de que la denuncia en el cuartel tenía que haberse escuchado, no se consigue un respaldo legal, ¿lo tiene aún más complicado una mujer que denuncia un maltrato psicológico, tan difícil de demostrar?
- En la sentencia se dice que nos abstraigamos de lo que le pasó a mi hijo. ¿Cómo se hace eso? Los hechos demostraron que sí había un riesgo cuando yo di la voz de alarma. Eso es lo que le da más peso a la denuncia. Los hechos no dejan lugar a dudas: tenían que haber buscado a mi hijo y no lo hicieron. No hay vuelta de hoja: debían comprobar si el riesgo existía porque yo estaba denunciando algo muy grave. Si alguien dice que hay una bomba en un colegio, primero desalojan y después comprueban si la bomba está, ahí no hay creer o no creer: Hay un riesgo inminente y actúan. Si tienes dudas, investiga, sobre todo si hay un peligro inmediato. Pero no lo hicieron.
- ¿Cree que estas dudas hacen que las mujeres no se animen a denunciar más?
- No sé si esa es la razón principal. Resulta dificilísimo siempre ir a denunciar, pero si sabes que no es fácil que te hagan caso, eso lo hace más difícil todavía.
