La romería de San Cibrán de Tomeza reunió este lunes de Pascua a escasos fieles y visitantes, en una celebración popular que antaño congregaba a miles de romeros procedentes de toda la comarca.

Sin las multitudinarias acampadas que otros años congregaban a cientos de jóvenes en el monte de San Cribrán, la fiesta convocaba en la mañana de este lunes a unas decenas de personas, que --también a diferencia de décadas atrás-- no encontraban problemas para estacionar en las inmediaciones de la ermita. Pocos romeros se animaron igualmente a subir hasta la capilla caminando, que era otra de las tradiciones de esta fiesta.

Otra de las diferencias respecto otras épocas es que la misa solemne previa a la procesión se celebró en el interior de la capilla. No fue necesaria la misa de campaña en el campo de la fiesta para acoger a los cientos de fieles que antaño asistían a la eucaristía.

En todo caso los devotos de San Cibrán volvieron a cumplir con el ritual de espantar el meigallo pidiendo la intercesión del santo. El ritual consiste en dar nueve vueltas a la ermita, arrojando de espaldas y en cada una de ellas una piedra al tejado. Asimismo, también deben pasar tres veces por debajo de las andas de la imagen de San Cibrán y bendecir un ramillete de hierbas que se pueden adquirir antes de llegar al templo.

Tradicionalmente esta romería suponía un epílogo a la Semana Santa, ya que aunque no se trata de un festivo local sigue siendo una tradición ineludible para algunos fieles.