Coros, instrumentos musicales, inciensos y velas hicieron ayer más solemnes si cabe las celebraciones religiosas en distintos templos de la ciudad que festejaron el Domingo de Pascua. Éstas pusieron fin a la Semana Santa y pudieron esquivar la lluvia que obligó a suspender el desfile del Miércoles Santo y a acortar el recorrido de Los Pasos, una de las procesiones centrales del programa religioso.

Durante la tarde de ayer algunos chubascos, aunque esporádicos, hicieron temer a los cofrades por la celebración del Encuentro de Jesús Resucitado con la Virgen que supuso el epílogo a una Semana Santa marcada por la gran afluencia de público y también por las novedades, a la cabeza el protagonismo de los pequeños.

Los menores de la cofradía del Amor Hermoso estrenaron paso, que acompañaron durante le desfile de Los Pasos y en la procesión general del Santo Entierro con las imágenes de la Virgen de los Niños y el Cristo Crucificado. Asimismo, las restantes agrupaciones reservaron un lugar especial en sus respectivas filas para los pequeños, entre los que figuraron bebés de 2 o 3 años.

El desfile del Domingo de Pascua arrancó con la salida de la Virgen del Amor Hermoso, acompañada de su cofradía, de la iglesia de San José, mientras que la talla de Jesús Resucitado, flanqueada por los penitentes de la Veracuz, partió de San Bartolomé.

Por su parte, desde la basílica salieron las imágenes de San Juan y María Magdalena, acompañadas de las integrantes del Mayor Dolor, tocadas con mantillas blancas por la Resurrección, y de la banda de la cofradía del Espíritu Santo.

Las tallas y cofradías siguieron distintos itinerarios hasta confluir en A Ferrería, donde se ofició un sermón y el Coro de los Excantores de los Institutos interpretó el himno del siglo XIII Stabat Mater y el Aleluya. Finalizadas estas celebraciones, se organizó una única procesión que se retiró acompañando a la Virgen del Amor Hermoso hasta la iglesia de Campolongo.

Por lo demás, la de ayer fue una jornada eminentemente familiar en la que los padrinos más rezagados todavía tuvieron una oportunidad de cumplir en plazo con la tradición de regalar rosca o huevos de Pascua a sus ahijados.