"Cada día tenemos más clara una certeza: la memoria es necesaria, más necesaria que nunca, para defender las causas justas. Porque sin memoria no somos nada, ni como personas ni como colectividad". El alcalde, Miguel Fernández Lores, manifestó así el compromiso de la ciudad del Lérez con la verdad y el recuerdo al despedir el homenaje institucional a los capitalinos represaliados por los nazis.

El homenaje tuvo lugar en el Teatro Principal, donde se dieron cita representantes de asociaciones culturales, vecinales y comunidades de monte para recordar la vida de Manuel Coto Martínez, Urbano Sanmartín Abilleira, Antonio Gómez Torres, Claudio Tizón Vázquez, Macario Cortegoso Rodríguez, Julio, y Manuel Pérez Taboada, los pontevedreses internados en campos de concentración, de los que solo los dos últimos salieron con vida.

El concejal Luis Bará ejerció de conductor del acto, en el que la música corrió a cargo de Marcelo Dobode y en el que tomaron la palabra el investigador José Álvarez Castro y la periodista y escritora Montse Fajardo. También intervinieron representantes de las familias y el regidor, que despidió un acto que quiso ser también una invitación a la acción, a ser consciente de que los campos de refugiados, como los del sur de Francia donde internaron a nuestros vecinos, continúan existiendo y los alambres de espino que los cercó siguen aislando "a los extranjeros, a los discrepantes, a los desposeídos de la condición humana", señaló Fernández Lores.

Álvarez Castro detalló las terribles condiciones de vida del campo de Gusen, en el que murieron tres de los pontevedreses homenajeados y del que fue liberado uno de los supervivientes (Macario Cortegoso Rodríguez, Julio).

Gusen, supervisado por las SS, que dependía a su vez de Mauthausen, utilizaba el trabajo esclavo de los presos, lo que sumado al maltrato, hambre, enfermedades y a los asesinatos directos, motivó que "la esperanza de vida fuese de máximo 6 meses" , recordó el historiador.

Éste fue relatando las extremas condiciones de vida, la dureza de los capos católicos de los campos, que consideraban enemigos a los republicanos españoles, o el uso de mano de obra esclava por parte de conocidas industrias alemanas, un hecho poco divulgado.

Por su parte, Montse Fajardo habló de la historia personal de los represaliados y puso nombre a su dolor, sus esperanzas y las vidas que no fueron capaces de reconstruir, como la de Macario Cortegoso, que fue liberado de Gusen en 1945 pero que nunca regresó a su tierra. Vivió en Toulouse marcado por las secuelas. O Manuel Pérez Taboada "que tras salir del campo vivió con continuos ingresos psiquiátricos" provocados por los malos tratos durante su confinamiento.

Loli Villaverde, sobrina de Matilde, la novia de uno de los muertos en el campo de Gusen, habló de su antepasada y de sus recuerdos, cuando "siendo muy niña se comentaba a la hora de comer que mi tía se había quedado con una niña. Sobrevivió trabajando en el campo como jornalera y se machó a Argentina", donde rehizo su vida.

La historia de Manuel Pérez Taboada que contó su sobrina, Pilar, tampoco es alegre. Este vecino de Santa María de Xeve fue internado en otro campo de las SS, el de Neuengamme, donde fue liberado en 1945. Llegó a París "Tras un largo recorrido a pie", explicó su familiar, para reencontrarse con su mujer e hijos, pero padecía lo que hoy sería diagnosticado como síndrome de estrés postraumático "y era ingresado periódicamente". Murío en 1976 sin cumplir su sueño de volver a Pontevedra y a un país donde no mandase Franco.

Matilde, cuentan sus nietas argentinas, nunca olvidó a su primer amor y el padre de su primera hija y todos los días cantaba un tango que esta mañana sonó en el Teatro Principal para recordar que somos memoria.