Si Antonio Odriozola levantara la cabeza y se diese un garbeo por la Pontevedra actual, treinta años después de su desagraciado fallecimiento, encontraría motivos suficientes para estar satisfecho por la buena salud de su rico legado. Nada menos que tres asuntos de su máximo interés coinciden estos días en su Pontevedra de adopción, tan querida y tan pijotera al mismo tiempo.

Don Antonio se sentiría emocionado por el cálido recuerdo de sus amigos más cercanos en forma de ciclo rememorativo sobre sus múltiples saberes y también sus anécdotas impagables. Hasta el momento, los participantes han tocado ya su pasión por el mundo de la camelia y su disfrute de la música culta. Y todavía faltan otras tantas sesiones sobre bibliofilia y gastronomía en las próximas semanas, dentro de un novedoso proceso rotatorio por los centros de referencia de actividades culturales en esta ciudad.

El recio vasco que llevaba dentro, de personalidad heterodoxa, fuerte y tierna a la vez, también estaría encantado con la larga vida del concurso-exposición de la camelia, que tanto contribuyó a prestigiar. El certamen vuelve este año a Pontevedra en su LV edición, que se dice pronto, dentro de su peculiar organización rotatoria y compartida con Vigo y Vilagarcía.

Odriozola comprobaría con una sonrisa de oreja a oreja como ya casi nadie llama camelios sino camelias a los árboles de su flor en el ojal tan característica. Su enseñanza no resultó en vano, porque no había cosa que más irritara a nuestro hombre que aquella confusión de género, que nunca se cansó de corregir; primero con paciencia infinita y luego ya con malhumor indisimulado. "¡Camelias, no camelios!", repitió mil veces a profanos y zascandiles en todas las entonaciones posibles.

Y finalmente estaría feliz y se sumaría complacido al Carnaval en la calle que pregonó con maestría en 1984. Aquel resultó el año de su recuperación con el espejo retrovisor puesto en la Pontevedra de Andrés Muruais y el Rey Urco en 1876. La suma de voluntades y esfuerzos entre las discotecas más concurridas ( Shiva, Equus, Atlántida y Daniel), las sociedades recreativas Mercantil y Casino, y el concejal Manuel Rodríguez Pousada al frente de la Comisión de Fiestas del Ayuntamiento, obtuvo su justa recompensa.

El Meollo de la cuestión está en vislumbrar si el recuerdo de Antonio Odriozola, el homenaje a la camelia y la celebración del Carnaval, seguirán o no vigentes en Pontevedra cuando los jóvenes de hoy peinen canas mañana.