Cuando una planta sufre un ataque, avisa a su compañera. El investigador Xoaquín Moreira Tomé, que desarrolla su labor en la Misión Biológica de Galicia en Pontevedra, ha liderado dos estudios que han publicado las prestigiosas revistas Ecology y New Phytologist. Sus análisis han concluido que se comunican entre sí: cuando una ha sido dañada por un insecto herbívoro emite compuestos químicos orgánicos que alertan a su vecina. Así, la que ha sufrido el ataque prepara sus mecanismos de defensa ante la amenaza.

Esta comunicación es compleja, y en ella influyen la cercanía genética de las plantas, su sexo e incluso la especie del atacante.

La Misión Biológica de Galicia, centro del CSIC en Pontevedra, lleva un lustro estudiando este fenómeno, muy controvertido entre la comunidad científica debido a problemas metodológicos. Sin embargo, en la actualidad se ha identificado en más de 30 especies, detalla el Consejo Superior.

Xoaquín Moreira centra su análisis en Baccharis Salicifolia, también conocida como jara amarilla, especie emblemática del sur del Estado de California. La investigación publicada en Ecology concluye que la comunicación depende "del sexo de las plantas, pero no de los genotipos" (es decir, de su perfil génetico). Así pues, los machos pueden comunicarse con las hembras, pero las hembras solo con las de su mismo género.

Las plantas usadas en la investigación. // CSIC

Además, el parentesco genético también influye a la hora de lanzar alertas. "La comunicación entre plantas no emparentadas supone un coste muy elevado para las plantas emisoras, ya que estarían proporcionando de forma altruista un beneficio a otras plantas con las que compiten por los mismos recursos", explica Moreira.

La otra investigación publicada en New Phytologist confirma que los vegetales son capaces de especificar cuál es el herbívoro atacante.

La comunicación química entre plantas es tan relevante que distintos investigadores en Norteamérica han propuesto su uso para el control de plagas, como fórmula para evitar los insecticidas.

En Galicia se espera poder ampliar estos estudios usando como modelo la patata, por lo que se ha solicitado financiación para continuar con las investigaciones.