Vino a la provincia de Pontevedra de vacaciones y acabó con la cara "destrozada" y escapando de su presunto violador introduciéndose en una laguna de la zona de Tui para ocultarse de él. Este es el relato de una turista asturiana víctima de una supuesta agresión sexual durante sus primeras horas de vacaciones en Tui en la Semana Santa de 2017.

El Jueves Santo, aquel año, cuadró en un 13 de abril. La víctima de esta presunta agresión sexual y su novio partieron aquel día de Oviedo hacia Galicia y llegaron casi de madrugada al hotel en el que se hospedaban en Tui. Como el restaurante estaba ya cerrado se fueron a buscar algo de cenar a una cafetería al pie de la Nacional 550. Allí fue donde conocieron al presunto agresor, quien ayer se sentó en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Pontevedra, Moisés A. G. La víctima de esta supuesta agresión sexual relató ante tribunal que a lo largo de esa madrugada los tres estuvieron tomando cervezas (el acusado también se metió varias rayas de cocaína, asegura) hasta que su novio decidió ya con la amanecida de que era hora de ir al hotel a desayunar.

Ella afirma que decidió quedarse un rato más con el acusado en el bar y que en un momento dado él se ofreció a llevarla al hotel en su coche. A medio camino, le dijo si no le importaba parar en un lugar apartado para meterse una raya más de coca. A ella no le importó, tampoco le pareció extraño que la llevase a un lugar recóndito dado que lo que iba a hacer, consumir droga, no es algo que se exhiba públicamente. Afirma que una vez en ese paraje ambos estuvieron charlando en el vehículo, pero que en un momento él trató de besarla: "intentó ponerme el morro" y empezaron a forcejear. La víctima relató que entonces el acusado comenzó a gopearla de manera violenta, "me dio un puñetazo y me quedé tirada en el asiento". Dijo que él continuó pegándole, "no paraba de darme golpes" y que incluso llegó a simular que perdía el conocimiento para ver si la dejaba en paz. Afirma que fue entonces cuando le bajó los pantalones y la violó. También asegura que luego la forzó para que le hiciese una felación. A continuación, la víctima asegura aprovechó un momento en el que él se bajó del coche y le dio la espalda para escapar mientras él salía en su persecución. Al final llegó a un punto en el que no podía continuar más, dado que había una laguna. Asegura que, presa del terror, y aunque no sabía nadar, se metió en el agua y fue avanzando por la orilla agarrándose a cañas y árboles con la mano para esconderse de su agresor. Desde allí llamó al 112, que movilizó a la Guardia Civil cuyos agentes se encontraron minutos después a la mujer totalmente empapada y con evidentes lesiones en la cara. Fue uno de los guardias civiles quien en el juicio aseguró que la mujer tenía una parte de la cara "destrozada". "Pensé que me iba a matar", aseguró ayer la víctima ante el tribunal. Un vecino de la zona declaró que vió a Moisés esa mañana correr detrás de una chica "persiguiéndola" en este mismo paraje.

Relaciones consentidas

El acusado, vecino de la zona, niega los hechos. Dice que hubo relaciones pero que fueron consentidas. Un primer encuentro sexual en el propio baño del bar en el que conoció a la pareja de novios asturianos. Luego asegura que, una vez que su novio se fue al hotel, fue ella quien le dijo de acudir a este lugar apartado a consumir droga y que allí volvieron a tener relaciones hasta que ella se escapó, no sabe por qué razón. Con todo, la defensa atribuye el motivo de la denuncia al supuesto miedo de la víctima a las "represalias" que pudiera tener su pareja hacia ella ante el "desliz" que había cometido con el acusado. Un testigo de la defensa añadió que la víctima esa noche iba "muy pasada" por el alcohol y las drogas, algo que ella y su pareja niegan.

Lesiones de defensa y agarre

La Fiscalía de Pontevedra, sin embargo, no se cree la versión del acusado. Considera probado que la agredió sexualmente y solicita una condena de diez años de prisión y 12 de alejamiento y prohibición de comunicación. Destaca las palabras de los guardias civiles que subrayan la "coherencia" en la declaración de la víctima, quien mantuvo además su testimonio de forma persistente durante todo el proceso. Además, hace hincapié en las lesiones que presentaba la víctima, compatibles con su relato (tenía también marchas de sujeción en los brazos y heridas defensivas) y creeque nadie más que el acusado pudo hacérselas. La acusación particular eleva esta petición a 12 años de cárcel y recuerda además las secuelas crónicas que padece la víctima por estos hechos, quien tiempo después intentó suicidarse: "Me sentía culpable de lo que pasó por haber aceptado subir a aquel coche con él, sentía asco de mí", dijo ante los magistrados de la Sección Segunda de la Audiencia de Pontevedra.

La defensa, no obstante, insiste en que no hay carga probatoria suficiente para sostener una condena y pide la libre absolución: Lamentó que se esté "intentando condenar a una persona por el clamor y la alarma social" que existe actualmente ante este tipo de delitos sexuales. El juicio quedó visto para sentencia.