El ingeniero francés Ernesto Presser y Dauphin y el comerciante zaragozano de material eléctrico Nicolás Palacios Lahoz consiguieron con el amparo financiero de la antigua casa de banca Sobrinos de J. Pastor el permiso en 1898 para explotar 2.500 litros por segundo del caudal del río Umia y construir allí la hidroeléctrica de Segade. Hoy se consideraría una más, del montón, pero en aquel momento la instalación fue transcendental para llevar el alumbrado público a los concellos de Valga, Caldas de Reis, Vilagarcía de Arousa, Carril, Cambados y Padrón.

Aunque esta explotación sigue vigente, la antigua "fábrica da luz", abandonada y en ruinas y la finca colindante, son propiedad del Concello de Caldas desde agosto de 2017.

El gobierno municipal llevaba varios meses detrás de la adquisición de estos terrenos, que ocupan unos 36.000 metros cuadrados. La compra se hizo gracias a la aportación de la Diputación de unos 30.000 euros. El objetivo es utilizar la finca de Segade como un enclave para el desarrollo local turístico. Y una de las ideas municipales pasa por crear en el terreno una playa fluvial "de máximo nivel".