Alrededor de cuatrocientas exalumnas del Colegio Sagrado Corazón de Placeres participaron ayer en un emotivo reencuentro que puso fin a los actos de celebración del centenario del centro.

Una visita a la gruta que cobija la imagen de la virgen de Fátima, con un momento de oración similar al que las alumnas del internado y, posteriormente las del colegio concertado, realizaban durante su periodo escolar, sirvió para iniciar una jornada diseñada para recuperar recuerdos de la infancia, muy lejanos para buena parte de las participantes.

Exdirectoras del centro, integrantes de la comunidad religiosa, representantes del Sagrado Corazón en diferentes puntos de España e incluso una nieta de Avelino Montero Villegas, mentor del centro, se dieron cita en el colegio para compartir esta jornada en la que el protagonismo fue para las exalumnas, a la que la presidenta de la asociación que las organiza, Pilar de la Calle, felicitó por su vinculación permanente con el colegio y con su espíritu.

Un salón de actos abarrotado siguió con atención las explicaciones de José Carlos Pascual, Marino Mercante de profesión e historiador de vocación, que a petición de las exalumnas recopiló en un libro la historia del internado, profundizando en una época que comenzó en 1918 y concluyó en 1974.

Fue el propio José Carlos Pascual, sobrino de Lulú Vázquez, única superviviente de la primera generación de alumnas del centro, quien presentó el trabajo a los asistentes. A través de 11 capítulos José Carlos Pascual recoge documentación histórica sobre la donación por parte de Avelino Montero Villegas del colegio a la congregación, en la que su esposa Dolores Fernández, exalumna del colegio en La Habana, jugó un papel decisivo. También documenta la llegada anterior de los Jesuitas, a los que Montero Villegas cede el antiguo balneario para su uso como colegio durante dos años y donde los jesuitas, procedentes sobre todo de Portugal y Bélgica, se refugian temporalmente.

Tras el reconocimiento a quienes dedicaron toda su vida a la docencia en este centro, las exalumnas participaron en una comida de confraternidad que estuvo marcada por los reencuentros cargados de emotividad.