Avelino Lorenzo tiene 80 años y vive en el sexto D con dos hijos y un nieto. Se ha trasladado a una segunda residencia que poseen en Areas. Desde ahí su nieto tiene que desplazarse diariamente a Pontevedra donde está estudiando. Y su hija a Vigo, donde trabaja. Carlos Lorenzo, su otro hijo, asegura que esto es un gran trastorno. "Nos han trastocado la vida de forma importante. Todos esos desplazamientos que hasta ahora no teníamos tenemos que asumirlos de nuestros bolsillos. Aquí nadie pregunta si podemos o no. El edificio se quema y en lugar de darle prioridad a resolver la parte administrativa para que las obras puedan comenzar, no. A hacer tiempo, y mientras nosotros a tirar de nuestros recursos".

Carlos Lozano pone voz a una indignación que comienza a ser colectiva. Tras cada una de las puertas de los pisos afectados hay una historia distinta, pero en ningún caso cómoda. Inquilinos residiendo en precario, propietarios en casas de familiares, ancianos desplazados de su hogar y todos ellos muy pendientes de los daños que primero causó el fuego y que ahora puede rematar un temporal que entra sin obstáculos en sus propiedades.