A Julia Fernández y a su marido, residentes en el inmueble desde hace muchos años, también les desalojaron los bomberos. "Nosotros estábamos bien y tranquilos. Vivimos en el cuarto y allí no se notó nada. Pero el fuego impresionaba. Es verdad que la quinta y la sexta planta eran peligrosas. Así que nos fuimos sin rechistar". Mientras observaba las tareas de extinción en las que los bomberos apenas emplearon 20 minutos, a Julia Fernández se le iban acercando el resto de los vecinos de los pisos inferiores, ofreciéndose cierta tranquilidad unos a otros, seguros de que sus propiedades no se verían afectadas. "El fuego se propagó por las fachadas traseras, que es donde están los tubos extractores de los edificios. Hay una especie de patio de luces exterior. La viviendas que dan hacia ahí sí que están dañadas, pero los que tenemos fachada a las calles principales podemos estar tranquilos", aseguraba una de las propietarias.