La cabo Almudena Porras ingresó en el Ejército hace ya dos décadas. Cuando se le pregunta si se ha enfrentado a alguna dificultad a mayores por el hecho de ser mujer, responde sin ambages: "Yo, personalmente, en estos 20 años no tenido ningún problema, siempre me he sentido muy cómoda", añade.

Reconoce que el Ejército también ha cambiado en estas dos décadas pero insiste en que nunca apreció nada fuera de lo normal. Quizá tan solo "al principio, cuando entré como soldado de reemplazo y éramos de las primeras mujeres que entraban en la base militar y te miraban como diciendo: ya están aquí las mujeres, a ver que va a hacer, y sí que te tenías que plantar un poco delante de ellos para que no te vacilasen", explica, pero a parte de eso, "en los 20 años de servicio yo nunca he notado nada". "Yo he vivido toda mi carrera con normalidad", añade.

Con motivo de la publicación del calenario, fue recibida por la Ministra de Defensa en Madrid, en un acto en el que también participaron el resto de mujeres distinguidas y con este acto de "valor reconocido" que significa su entrada en combate con fuerzas hostiles.Entre las homenajeadas están las dos mujeres fallecidas en acto de combate, Idoia Rodríguez y Niyireth Pineda Marín, además de otras dos compañeras de la cabo Porras que aquella noche del 27 de noviembre de 2007 se enfrentó a los grupos de talibanes que habían cercado la pequeña comisaría del Valle del Golestán en la que se refugiaba un grupo de policías afganos.