A sus 88 años, el armador marinense Manuel Nores sigue levantándose de madrugada para ocuparse de sus negocios. Una constancia que le ha permitido levantar de la nada un holding de empresas que sigue siendo puntero a pesar de la fuerte crisis del sector. Manuel Nores no entiende de "puentes festivos". Sabe que para mantenerse a flote hay que estar siempre vigilante.

-¿Cuánto tiempo lleva usted vinculado al sector del mar?

-Salí por primera vez con 12 años, en un bote de remos a la pesca de la sardina. Y desde entonces no lo dejé ni un solo día. Con 18 años ya patroneaba un barco con 20 tripulantes a bordo, todos mayores que yo.

-¿Y cuál es el secreto para llegar tan alto desde tan abajo?

-La constancia y el trabajo. Siempre fui muy ambicioso. Yo tenía el día hecho y quería más. Siempre quería más. Y no descansaba. Ahora ya hace muchos años que no salgo a pescar pero todos los días estoy al frente de la oficina desde las 7 de la mañana. Me gusta supervisar cada movimiento y cada operación que se cierra. Aún no hace mucho estuve en Senegal, porque los consignatarios quieren verte la cara y hay que ir. Yo no heredé nada. Todo lo que tengo es fruto del trabajo y del esfuerzo y sé que es necesario mantenerlo con esa misma fórmula.

-Usted ha vivido en primera persona el desmantelamiento de la flota. ¿Ha sido duro?

-Mucho. He visto a armadores muy potentes de Marín perderlo todo y tener que vender incluso el capital que hicieron a lo largo de su vida. Yo mismo lo he pasado mal. El cierre del caladero de Mauritania supuso importantes pérdidas económicas. Pero salí adelante. Yo aprecio las cosas sencillas y he vivido siempre con la misma austeridad de los inicios. Sigo siendo la misma persona sencilla que disfruta con sus amigos de una partida. Tal vez eso ayudó.

-La crisis redujo su flota a la mitad.

-En mis mejores tiempos tuve 16 barcos y una plantilla de 360 trabajadores directos. Hoy tenemos 8 barcos y damos trabajo a 195 personas solo en las empresas exclusivamente Nores.

-¿Es usted un empresario innovador?

-Solo puedo decir que me he pasado la vida inventando cosas y arriesgando. Fui pionero en probar suerte en caladeros muy rentables que luego nadie defendió y se cerraron para los españoles. Invertí mucho dinero en barcos congeladores, auténticas factorías, cuando eso no era una práctica habitual.

-¿Es cierto que los armadores esquilmaron los caladeros?

-Totalmente falso. Hay mucha pesca. Solo hay que ver que donde antes había una tienda de bacalao ahora hay cinco. Lo que pasa es que ahora esos caladeros los trabajan otras flotas y vienen a vender el pescado aquí.

-En su faceta de armador evita las sociedades. ¿Por alguna razón?

-Me gusta tomar mis propias decisiones. Todos los barcos que he construido en mi vida los he hecho en los astilleros de Vigo y todos lo que he tenido han lucido siempre pabellón español. Hoy no hay ninguna empresa armadora que pueda decir eso. Ahora mismo tengo en el Puerto de Marín un barco de 75 metros de eslora en reparación.

-¿Hay reemplazo al frente del Grupo Nores?

-Claro que sí. Mis hijos están vinculados a este negocio familiar. Y tengo nietos que ya toman decisiones y se encargan de diferentes áreas. Yo no tuve escuela, pero mis hijos y mis nietos sí. Es el capital que les voy a dar. Ese y la cimentación de una empresa que tienen que saber adaptar a los difíciles tiempos de hoy.