Un vecino de Ponte Caldelas, Alberto Garrido, entregó al alcalde, Andrés Díaz, la llave de la capilla de San Roque, más conocida como la capilla del Balneario, una construcción con más de un siglo de historia que, al igual que toda la propiedad, sufre los efectos del abandono.

El vecino quiso entregar personalmente la llave una vez que el Concello adquirió a la Sociedad de Reestructuración de los Activos Bancarios (Sareb) la finca del Balneario por un importe de 230.000 euros más IVA. El templo forma parte de la propiedad.

Según informa el propio Concello de Ponte Caldelas, Alberto Garrido explicó que fue encargado del Balneario, trabajando para la familia Estévez, desde comienzo del siglo hasta su cierre en el año 2009. Allí hubo un plantel de siete personas, que sacaban adelante un negocio de hostelería, toda vez que las bañeras que estaban en el bajo ya ni se utilizaban.

El Concello, que está impulsando el expediente para sacar a licitación la concesión de obra y explotación del futuro Balneario, se fija el reto de la recuperación y puesta en valor de esta instalación, construida en el año 1907 por Benito Corbal Estévez. A Benito Corbal, originario de Bora (Pontevedra) se deben también obras como el puente de A Barca, o la calle del Progreso (actual Benito Corbal) de Pontevedra, el puerto de Cangas o el cementerio de Bora. También fue administrador y propietario del Balneario de Ponte Caldelas. El hecho de que sea propiedad municipal y no esté catalogada facilita los trámites.

La capilla caldelana, construida con arcos ojivales, fue dedicada a San Roque y acogía una misa cada 16 de agosto con motivo de la festividad. Nunca prestó servicio regular de misa, pero muchas parejas de Ponte Caldelas y del entorno se casaron allí antes de su abandono definitivo, a principios de este siglo.

El gobierno local ya hizo una primera comprobación de su estado y optó por reforzar el cierre de la puerta de acceso para evitar actos vandálicos. La capilla se encuentra en un pésimo estado de conservación, con filtraciones en el tejado, muchas humedades, roturas de los cristales e incluso árboles caídos contra su estructura. Conserva en su interior un retablo presidido por la imagen de San Roque y dos imágenes a los lados. Toda la finca está invadida de acacias, por lo que el primer paso, que se realizará durante la próxima primavera, será limpiar toda la vegetación invasora.

El gobierno local lamenta, una vez más, "el enorme lastre de la herencia recibida en un entorno que pasó de ser el emblema de Ponte Caldelas a todo un reto, pues a la ruina del macroproyecto impulsado por el anterior equipo municipal, una mole de hormigón inservible que es necesario demoler y que ya significó la pérdida de un edificio histórico, se suma ahora el avanzado deterioro de la capilla de San Roque, aunque, afortunadamente, aún en pie".