Urbtopías, el foro de debate organizado por el Concello para analizar las posibles ciudades del futuro, arrancaba ayer con la presencia en Pontevedra de Joan Clos, subsecretario general de la ONU y exalcalde de Barcelona, que protagonizó un diálogo con el alcalde de Pontevedra sobre la transformación de los espacios urbanos. Fue la primera de las cinco sesiones programadas en este foro.

-¿Había visitado Pontevedra con anterioridad?

-No. Y me sorprendió muy gratamente. Es una ciudad que tiene un gran potencial para ser visitada.

-¿Qué es lo que más le ha gustado?

-La amabilidad de su espacio público, el buen rollo que transmite ver a la gente caminando con algún coche que pasa para descargar pero conviviendo en una relación cordial.

-¿El modelo de Pontevedra es exportable?

-El concepto sí. Cada ciudad tiene que buscar su propia solución. Lo interesante de la propuesta de Pontevera es que es consecuente, completa; no se queda a medias tintas. No es dubitativa. Muchas peatonalizaciones de los años 70 y 80 no se sabe si lo son o no. Pontevedra, por su tamaño y por su normativa, tiene una propuesta contundente y este es uno de los mértios más interesantes de este modelo.

-¿Hay un debate social acerca del concepto de proximidad en las grandes ciudades?

-Es una tendencia actual. En Nueva York trabajan ahora en un modelo para gran ciudad que ofrezca una calidad de vida parecida a la de una pequeña ciudad. Se corre el riesgo de que se haga de forma artificial y que pierda el sentido. En Pontevedra, sin embargo, tiene todo el sentido. Es una ciudad de 80.000 habitantes que demuestra que en el centro se puede hacer una actuación así de radical sin que pase nada malo; todo lo contrario, aumenta la calidad de vida, la población, el éxito de la ciudad..

-Usted destaca la revalorización de los activos privados a través de la inversión pública...

-Sí, porque hay que reconocer que las propiedades tienen más valor en un espacio público recuperado y bien cuidado. Ese incremento de valor repercute directa o indirectamente en la ciudad, en forma de impuesto y de desarrollo de actividad. Si se hace proporcionalmente los costes no son tan desmesurados, por tanto no es una ecuación imposible, sino de fácil solución. Está claro que el urbanismo genera valor por si mismo.

-¿Cuáles son los principales beneficios de la recuperación de los espacios públicos?

-A mí me interesan las ganancias que no son tan perceptibles, como el incremento del orgullo de ciudad, del sentido de identidad, de cuidar el espacio público. Es un círculo virtuoso que tiene su base en la convivencia y la cultura, en la estética y si tiramos del hilo, llegamos a la ética. Hay más que ganancias materiales en este concepto de ciudad.

-Son conceptos que habitualmente no están vinculados al urbanismo...

-Es cierto que la belleza y la ética podría parecer que transcienden la práctica normal del urbanismo, pero no es así. Una ciudad, como gran creación de la humanidad, requiere de todos estos valores.

-Usted sitúa el cambio climático, las desigualdades urbanas o dualización laboral y las migraciones como los grandes problemas comunes a todo el mundo. ¿Cómo pueden gestionarse a través del urbanismo?

-Cualquiera de los tres temas es más fácil de abordar en una ciudad que funcione. Si la sociedad está crispada, tensa, estresada empeoran y es fundamental para los retos que vienen que esto funcionen. Este modelo de urbanización, que funciona como control social, hay que utilizarlo para bien, para ser más tolerante, para aceptar la diversidad. Esta es la solución utópica, el modelo de ciudad que queremos dejar a nuestros hijos: un mundo que tenga alguna posibilidad de felicidad. Ya sabemos que será un mundo urbano pero al menos que sea bueno.

-¿Y en qué lugar queda el coche?

-Ahora lo moderno, lo "cool", es decir que no tienes coche o incluso que no sabes conducir.