Seis décadas. Ese es el tiempo que se pasó Valentín Pazos vendiendo castañas en A Ferrería. Muy pronto sumó a su hijo Paco a esta actividad y ambos soñaban, mientras repartían castañas a miles de pontevedreses cada temporada, con que algún día en medio de la plaza se levantaría un monumento que reconociese las horas de entrega y el cariño con el que asaban una castañas que tiñeron de negro carbón sus manos y dejaron más de una quemadura.

Y ese es el objetivo de Paco Pazos, hijo de Valentín, que hoy, cuando se cumplen seis años y medio del fallecimiento de su progenitor, presentará en el Registro Municipal 4.228 firmas que avalen la petición de un momento en honor al castañero que durante 63 años ininterrumpidos dedicó cada otoño de su vida a la venta de castañas en A Ferrería, con su inconfundible locomotora.

Ocho catedráticos universitario, cinco campeones de España en distintas disciplinas, dos ex alcaldes de Pontevedra, todos los integrantes con vida de la quinta del Hai que Roelo y destacadas personalidades del mundo de la política, como Ana Pastor o José Benito Suárez Costa integran la larga lista de pontevedreses que ha estampado su rúbrica para forzar al Gobierno local a estudiar esta iniciativa.

Y es que Paco Pazos ya planteó la idea al alcalde en una conversación informal, "pero díxome que non lle pode facer un monumento a cada pontevedrés. Eu sentín moita rabia e pensei que si a petición iba avalada por miles de firmas non se podería negar".

Y eso es lo que pretende conseguir con el documento que hoy presentará en el Concello.

Para darle formalismo creó un colectivo sin ánimo de lucro, la Asociación de Amigos de la Castaña, e incluso contrató los servicios de un abogado que le asesorase sobre cómo plantear esta iniciativa, porque para él es una cuestión de "palabra".

"Sempre decía que si Pontevedra tiña unha escultura do loro Ravachol, el non merecía menos", explica Paco Pazos.

En las muchas horas que compartían preparando las castañas padre e hijo soñaban con ese monumento en plena plaza. "Eu decíalle que el cumprira a súa parte do trato que xa me encargaba eu da outra parte. Por desgraza, el cumpliu e un día morreu".

Y desde entonces Paco Pazos ha convertido en una cruzada, casi personal, conseguir el monumento a su padre. "Este tema xa me costou máis de un disgusto e moitos cartos. Debo de levar gastados uns 3.000 euros, pero estou convencido de que meu pai acabará tendo o seu monumento, porque Pontevedra o merece".

Las castañas, combinadas con la venta ambulante de helados en verano y algún que otro trabajo, permitieron a Valentín Pazos sacar adelante a cuatro hijos, dos de los cuales han seguido con el negocio: uno en la Glorieta de Compostela y otro en A Ferrería.

"De maior non me vou atormenter por non ter feito nada para cumprir o soño de meu pai. Estou seguro de que ningún partido da oposición vai ter nada que decir a que se levante un monumento a meu pai; e o Goberno local tampouco porá reparos con tantas firmas", explica Paco Pazos.