La vida de aquellas mujeres que en algún momento de sus vidas fueron víctimas de la violencia machista queda inevitablemente marcada para siempre. En algunos casos, como una sombra que se niega a irse, que se manifiesta en pequeños y a la vez grandes detalles, del día a día, de las reacciones y los sentimientos. En otros, en forma de rabia, impotencia, del querer haber hecho más, de la fuerza para intentar cambiar el futuro. Son ellas el germen de cada 25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia Machista, una fecha que saca a la calle todas las miserias, pero también el tesón para decir "basta". Solo así dejan de ser invisibles.

Begoña Llácer y Giovanna Carro son dos de ellas. La primera como víctima del maltrato en su infancia, la segunda como íntima amiga de una mujer asesinada por su expareja, a la que ella misma animó a denunciar.

Sus historias son dos de las siete que componen el libro "Invisibles", de Montse Fajardo, que ha sido adaptado al teatro por Redrum con Marián Bañobre como directora y las actrices Mela Casal, Sheyla Fariña y Nieves Rodríguez. La obra se estrena mañana jueves en el Teatro Principal de Pontevedra con todas las entradas agotadas desde hace días.

Sin recuerdo maternal

Begoña Llácer nació en el seno de una familia desestructurada. A día de hoy recuerda perfectamente escenas que se produjeron en su casa cuando tan solo tenía cinco años de edad. Había alcohol, peleas, maltrato y, sobre todo, no había ni besos ni abrazos por parte de su madre biológica.

"Yo era muy pequeña, pero no tengo recuerdo maternal. No tengo ningún afecto hacia ella", reconoce a día de hoy. "Recuerdo perfectamente todas las cosas malas que me pasaron entonces, mientras que muchas de las buenas que vinieron después, que fueron muchas, las he olvidado, es curioso", añade.

La campaña del 25-N del Concello de Pontevedra pone su foco este año en la infancia, en los menores maltratados o hijos de mujeres maltratadadas, víctimas todos ellos del machismo.

"El problema es que todo eso te queda. Son pequeñas secuelas: miedo en situaciones agresivas o que suben de tono, un pánico que no es normal", confiesa.

La madre biológica de Begoña Llácer falleció en una de estas escenas terribles de maltrato, por lo que la pequeña terminó en un orfanato. Sería desde allí desde donde le surgiría su oportunidad de iniciar una nueva vida junto a su madre adoptiva, la profesora y escritora María Victoria Moreno. Ella supuso "el cambio, la casa soñada".

"Lo que te vuelves es muy controladora de todo y de tus sentimientos. Es algo de lo que te das cuenta con el tiempo, porque examinas mucho a las personas que tienes cerca para que no te hagan daño", manifiesta.

Begoña Llácer se confiesa feminista, "porque en casa también lo eran". Para ella la celebración de una fecha como el 25-N es de vital imortancia. "Lo que hace falta es más educación. Debería haber mucha más ética en los colegios, para que los niños comiencen a respetarse. Hay un problema muy grande de educación, de falta de respeto, de individualismo. Si no se invierte mucho más en educación, nuestros hijos lo van a tener mucho más difícil", expresa.

Es madre de una niña de 11 años. "Yo intento transmitirle ciertos valores y que aprenda a escoger para su grupo a gente tranquila y que se respete. Más adelante le transmitiré que debe elegir a una pareja, sea hombre o mujer, que realmente le respete, que no le controle", afirma.

La amiga fiel

La vida de Giovanna Carro dio un vuelco cuando se ofreció a ayudar a una gran amiga, Mariluz Posse. La acompañó a denunciar a su expareja, que la maltrataba, pero fue precisamente en el cuartel de la Guardia Civil al que acudió a presentar la denuncia donde le esperaría la muerte. El hombre, agente del cuerpo armado, la mataría con un tiro en la cabeza.

A día de hoy repite que la volvería a acompañar para denunciar su caso, pero con un matiz: "Pude haberla llevado a otro cuartel diferente del que donde él trabajaba. Es la única cosa que cambiaría respecto a hace once años".

"Mi sensación es que ella no está, mientras que él ya disfruta de permisos. Se ha sacado la carrera de Derecho en la cárcel, pero nosotros, aunque pase el tiempo... su hija, sus hermanos, sus padres... seguimos aquí", se lamenta.

"Las mujeres no tenemos protección. Te dicen que denuncies, pero eso implica que vas a ser juzgada socialmente a la vez que no sabes si va a haber juicio o no", considera.

En este sentido, recuerda comentarios que realizó gente de su entorno que preguntaba "a qué habíamos ido allí". "Al final resulta que fuimos en busca de protección y no la tuvo".

"¿Cómo le voy a decir yo ahora a una mujer maltratada que vaya al cuartel a denunciar? Es terrible, porque las víctimas acaban siendo culpabilizadas. Siempre se dice que algo pasaría, que algo haría ella", asegura.

El 25-N es una fecha señalada para Giovanna Carro. "Recuerdo que ese año, además, lo hablé con Mariluz, porque era cuando se empezaba a celebrar. Habíamos comentado que parecía que las cosas podrían cambiar", dice ahora apenada.

La víctima era, según su amiga, una mujer concienciada con el feminismo. "Siempre fue feminista, por la igualdad y por las mujeres trabajadoras", concluye.

El trágico final de Mariluz Posse no frena a Giovanna Carro para que siga defendiendo los derechos de las mujeres de todo el mundo. La próxima semana volverá a hacerlo. Y como el 25-N, todo los días del año.