La Audiencia de Pontevedra vivió ayer una nueva jornada de declaraciones en el conocido como juicio a los "Miguelianos". En este caso, se continuó profundizando en las relaciones de esta asociación pública de fieles con la Iglesia, así como en las investigaciones abiertas por la institución eclesiástica para aclarar las supuestas irregularidades detectadas en el seno de Orden y Mandato de San Miguel Arcángel.

Entre los religiosos que declararon como testigos, compareció ayer el obispo de la Diócesis de Vigo-Tui, Luis Quinteiro Fiuza, quien confirmó que Orden y Mandato había sido aprobada en 2009 como asociación pública de fieles y que Isaac de Vega era el capellán y el asistente espiritual de la misma. Insistió en todo caso en que "ellos eran autónomos en su manera de organizar su vida cada día".

También se refirió, respecto a las consagradas y consagrados, que lo eran "por ellos mismos, era una consagración individual que era respetada por la Iglesia pero no públicamente reconocida". "No había un reconocimiento oficial", aseguró.

Quinteiro también explicó que la iglesia no tenía "la más mínima sospecha" de que se pudiera estar produciendo algún hecho grave en el seno de Orden y Mandato y que fue en diciembre de 2012 cuando el capellán Isaac de Vega le comunicó que tres antiguos miembros de la Orden le habían revelado relatos de supuestos abusos o relaciones sexuales "inapropiadas" del supuesto líder, Miguel Rosendo, con mujeres de su círculo más cercano dentro de la asociación. Quinteiro Fiuza indicó que él en persona solo pudo recabar el testimonio de una de las afectadas, M. P., quien acudió a él tras solicitarle una entrevista. Subrayó también que le fue imposible contactar con los otros dos por más que lo intentó. Se trata, estos últimos, de dos antiguos miembros de Orden y Mandato que se escaparon y hoy en día son matrimonio.

En el encuentro que mantuvo con la mujer que sí se entrevistó con él, indica que esta le confesó que mantuvo relaciones sexuales con Miguel Rosendo. Explicó, a preguntas del fiscal, que ella le dijo que "esa relación era forzada, pero no físicamente impuesta por él". El obispo de Tui aseguró luego que hacia el final de la entrevista la mujer le "deslizó" que ella "se había dejado un poco" para finalmente responder a las defensas que ella le dijo que "no hubo violación", y que, de alguna manera, ella "le entró al juego".

El obispo insistió que, ante este testimonio, su obligación era actuar con "prudencia" y que encargó una investigación canónica con la idea de confirmar este relato, también con la vista en la celebración de un juicio canónico, pero consideró que este proceso no podía continuar cuando el asunto ya se judicializó en los tribunales. Antes, sí les dio tiempo a leer ante Miguel Rosendo un informe con las averiguaciones del visitador canónico en el que hubo una reacción "de rechazo de la acusación" por parte del fundador de Orden y Mandato. Fue entonces cuando se decretó su destitución al frente de la Orden, una asociación que había tenido sus buenas aportaciones y que el obispo tenía intención de salvar: "había que atacar cualquier mal, pero no matar la planta", explicó. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que "esto era inviable". Ocurrió cuando acudió al convento de Vilariño y se encontró con una especie de "revolución" por parte las integrantes de la orden tras apartar a Rosendo y poner a un administrador provisional al frente de la asociación de fieles. "Tenían la decisión tomada de irse a Madrid", explicó, y no atendieron a las explicaciones de Luis Quinteiro, según manifiesta. "Les garanticé la paz", añadió, pero "la autoridad del obispo ya no existía", dijo, "no me dieron ninguna opción".

Preguntado por la defensa de Miguel Rosendo, acerca de la razón por la que no denunció los hechos cuando M. P. le relató sus supuestas relaciones sexuales con el líder del grupo; el obispo de Vigo-Tui respondió que "yo entiendo que mi misión es la moral" y que así se lo comunica a esta mujer, a la que "le insistí en que fuera a denunciar", a pesar de que ella le transmitía que "no quería que se supiera su situación". Asegura que después ella, "en su total libertad" actuó y que "no sé lo que finalmente hizo". También señaló que su principal "preocupación" fue descartar que pudiera haber menores afectados.

Pecado, no delito

Por otra parte, en la mañana de ayer también declaró el "visitador canónico" nombrado por el Obispado para esclarecer los hechos en ocurridos en seno de Orden y Mandato. M. S. G. coincidió al indicar que una consagrada, M. P. (quien es víctima en esta causa) le trasladó en una de las entrevistas que hizo para elaborar este informe que mantuvo "relaciones sexuales forzadas" con el líder de los Miguelianos. Tras ratificar su informe, en el que refiere la existencia de "abusos", indica que no actuó dado que como sacerdote entendía que en este caso había "un pecado" pero no "un delito". La defensa de Rosendo lamentó que para la realización del informe no se hubiera entrevistado con algunas consagradas de la orden.