Harry Price y Elena Buch eligieron una recóndita parcela forestal en A Ínsua, Ponte Caldelas, para poner en marcha un proyecto de vida alternativo que el fuego de octubre del año pasado echó por tierra.
Pero estos jóvenes, padres de tres hijos, no se rinden y están empeñados en que su finca, de unos 10.000 metros rodeados de otros matos, sea no solo el hogar de la familia sino la demostración de que el monte gallego es productivo y autosuficiente para abastecer las necesidades alimenticias de una familia media.
Para ello el primer objetivo es deseucaliptizar el monte. Ayer, la parcela de Harry Prince y Elena Buch volvía a acoger el trabajo voluntario de decenas de personas que se desplazan a esta propiedad de forma periódica para arrancar esos pequeños eucaliptos que rebrotan tras el incendio. No están dispuestos a dejarles subsistir en sus tierras. Y es que de su desaparición dependen varias cuestiones. Por un lado la eliminación de esta especie invasora "es nuestro seguro de que un incendio como el del año pasado no volverá a producirse". Para garantizarlo Elena Buch ha creado un cordón-cortafuegos que rodea su vivienda.
Voluntarios
Pero la tala no fue suficiente. El eucalipto se empeña en rebrotar mientras ellos siguen convocando voluntarios para arrancar esas pequeñas pero vigorosas plantas empeñadas en continuar dominando el bosque.
Por otro lado Elena Busch sabe que su parcela puede ser productiva. "Tenemos un proyecto de futuro en esta tierra y quiero que vuelva a producir patata, cereal y pasto para los animales que, posiblemente, tendremos en algún momento".
Y es que no se trata solo de recuperar un proyecto alternativo que les permita vivir alejados de la civilización y las nuevas tecnologías, sino de la ambición de demostrar que otra forma de concebir el monte gallego es posible. Y un paso para lograrlo es concienciar a los propietarios de la masa forestal de la necesidad de mantenerla limpia.
"Es incluso difícil para nosotros contactar con los propietarios de las parcelas que nos rodean. La gente no tiene conciencia del peligro que puede implicar una parcela forestal abandonada, sin limpiar. A nosotros, nos va la vida en ello", asegura.
No son los únicos. La deseucaliptización comienza a afianzarse en la comarca.
