Una joven que se escapó de la Orden y Mandato San Miguel Arcángel, Aurora T. U., aseguró ayer en el juicio que se sigue en la Audiencia Provincial de Pontevedra que este grupo religioso había "eliminado" a Jesucristo como "intermediario" con Dios y en su lugar "pusieron a Miguel", en referencia a Miguel Feliciano Rosendo, supuesto líder del grupo. Esta joven aseguró que, aunque "nadie nos dijo directamente: Miguel es Dios", si que "el fin era Miguel" de todo lo que se hacía en el seno de Orden y Mandato.

El testimonio de esta "exmigueliana" volvió a sacar a relucir supuestas luchas de Miguel Rosendo con el demonio y la práctica de supuestos exorcismos. Ella entró en contacto con la Orden en 2013 y residió tanto en la sede de Vilariño (Nigrán) como en la casa a la que se trasladaron más tarde en Madrid. Relató, por ejemplo, como en Andalucía asistió a lo que le dijeron que era "una batalla de Miguel contra el demonio" y asegura que le relataron como Rosendo "murió cuando era niño y resucitó después" . Añadían como en ese episodio "Dios lo tuvo sentado en sus rodillas y le habló". "En las rodillas de papá", asegura esta testigo que fue la expresión que escuchó de boca del propio Miguel Rosendo.

La mujer afirma que concluyó que "estas cosas eran de todo menos de Dios" y que decidió huir. Asegura que ya había intentado marcharse en anteriores ocasiones, pero que la convencieron para quedarse. Sostiene que en esta última ocasión varias de las consagradas la retuvieron, entre ellas la acusada Iria Quiñones: "me llevaron a una habitación agarrada de pies y manos" mientras le pusieron al teléfono a Miguel Rosendo para que la convenciese de que no se fuera y le quitase el demonio: "Lo del demonio nos lo sacaban siempre", explicó, "si teníamos una opinión en contra, si nos queríamos marchar, todo era el demonio, por cualquier cosa".

Cada vez más "dócil"

Aunque no presenció casos de maltrato físico, salvo una "bofetada" a una de las mujeres que se quiso marchar; esta mujer asegura que se vivía en un clima "de tensión continua". Asegura que entró confiada y se sintió algo confusa pero que, al estar el grupo inicialmente respaldado por la Iglesia, "crees en ellos", lo que hizo que cada vez "te hagas más dócil" a lo que crees que es "la voluntad de Dios". De hecho, afirma que llegó a escapar en varias ocasiones y que, una vez fuera, regresaba a la Orden por "miedo". Explicó al tribunal que finalmente se fue impulsada por la "tremenda angustia de que estaba en un sitio que era un infierno".

Afirmó que otro de los objetivos era "eliminar el contacto con las familias" y que insistían en que "nuestra familia eran los Miguelianos".Afirma que acudían a los locutorios con sus allegados "dirigidos", sabiendo "lo que se podía decir y lo que no" y que sus movimientos estaban "completamente limitados".

Otro de los testimonios que se escucharon ayer fue el de Mercedes A. N., quien acudió al supuesto líder de Orden y Mandato como "curandero" durante varios años en los que también estuvo relacionada con el grupo. En su declaración, recogida por Europa Press, esta mujer aseguró que "él se daba como un ser mandado por Dios, un ser de luz". Esta testigo afirmó que recibió "amenazas" por acudir a declarar por parte de la hermana del líder de los "Miguelianos".

Tocamientos

Esta misma mujer aseguró que hacer ya 32 años el acusado le realizó tocamientos de índole sexual para quitarle "algo malo". "Estaba sentada en el sofá, creí que era algo puntual", aseguró, "estaba casada y no se lo conté a nadie en estos años". Mercedes justificó este silenció en el hecho de que entonces "era muy débil emocionalmente" y que ahora ya no lo es.

La jornada de ayer también profundizó en los fondos y aportaciones económicas que recibía Orden y Mandato. Así por ejemplo, declaró la antigua priora del convenio de las Carmelitas Descalzas del Escorial, que supuestamente mantuvo contacto con los miembros de la Orden. La madre Piedad reconoció que hizo "donaciones" a la Orden a través de sus hermanos Ignacio y Javier O.M., de diversas cantidades (más de 125.000 euros en apenas seis años). También reconoció que sus hermanos le entregaron "una mochila" con dinero a Esteban R.M. (acusado y víctima en esta causa) en el centro de Madrid. Esta monja asegura que entregó a los miembros de la orden estas ayudas, y concretamente una de mayor cuantía en el año 2008, para que Miguel Rosendo, "pudiera seguir con la labor de apostolado y cerrar la consulta" que tenía en Vigo.

Asegura que contaba con el visto bueno de sus familiares dado que era para "un fin bueno y además bendecido por la Iglesia". Y es que insistió en que "para Miguel la obediencia a la Iglesia era principalísima".