Una testigo de la Orden de los "Miguelianos" declaró ayer ante el tribunal de la Audiencia de Pontevedra que juzga a esta supuesta asociación ilícita, que los miembros de la agrupación profesaban "un cariño desmedido, una cosa casi de esclavitud" hacia su líder, Miguel Rosendo. Todo daba a entender -explicó esta testigo- que Rosendo era "un ser... como un profeta, o alguien de quien el Señor se valía del para dar algún mensaje".

En otro momento de su declaración esta mujer aseveró que Miguel Rosendo reprendía "de forma dura, humillante" a sus seguidores "y al segundo les abrazaba y les decía hijos míos". "Eso era una locura", añadió esta testigo. "Mi sensación era que actuaban como niños pequeños tratando de agradar a su papá", explicó.

Esta testigo de origen chileno, que estuvo vinculada a la Orden y Mandato de San Miguel Arcángel, mantuvo que Miguel Rosendo, el líder de esta organización "no se reveló como San Miguel Arcángel abiertamente", pero daba "la sensación de que podía ser un profeta"; y aseguró que tenía cambios de humor fuertes.

La mujer, que compareció como testigo en la sexta jornada del juicio por esta causa, explicó que conoció la Orden a través de una monja de las Carmelitas, y argumentó que en aquel momento le pareció "todo muy extraño" y le llamó "la atención cómo vivían" y la "veneración y cariño desmedido hacia Miguel", el líder.

Así, aseveró, en el grupo había "devoción" hacia Rosendo, quien les llegó a dar a besar un trozo de lo que él dijo que era la cuna de Jesús. "Me pareció muy raro, porque además siempre supuse que Jesús estaba en paja", apuntó, antes de añadir que sus hijos (con los que acudió de visita a esta Orden) también dijeron que aquello "parece una secta".

En todo caso, la testigo aclaró que ella no vio "nada irregular", aunque sí cosas que le parecieron "muy raras".

Entre estos episodios, mencionó que una vez Miguel Rosendo la citó, y en ese encuentro sintió que la empezaban a estrangular, aunque "no había nadie que lo estuviera haciendo", y él entre otras cosas dijo: "Sal de aquí, Satanás", mientras un perro se sentaba a su lado con dos patas en alto.

En el transcurso de esa reunión ha mantenido que estaba "aterrada" y que Rosendo empezó a "hablar en un lenguaje extraño", si bien en aquel momento ella pensó que podría ser gallego (ella es chilena y dijo desconocer el idioma). "Fue como una especie de exorcismo, pero no me tocó", puntualizó sobre este suceso.

Esta mujer también narró que Rosendo le encomendó la tarea de "juntar a mil personas en Chile para fundar un reglar" allí, y cuando ella regresó a la Orden de visita, Rosendo la "empezó a reprender por no haber hecho eso".

"Me reprendió feo, es decir, mal", ha asegurado, añadiendo que el líder en varios momentos también se dirigió a otros miembros de la orden "agrediendo verbalmente".

La testigo ha aseverado, finalmente, que entregó dinero a la Orden, y que le llegaron a pedir, a través de la madre de las Carmelitas el equivalente a "cuatro o cinco millones de dólares" para San Miguel Arcángel. "Miguel se envolvía en un halo de misterio, de algo sobrenatural por su actitud benévola, de santidad, como de un pater; era muy convincente", explicó.

Rouco Varela

A la pregunta de por qué volvía a visitar la Orden a pesar de que todo le parecía tan extraño e incluso rechazar ser "migueliana", esta mujer explicó que si se lo pedía la madre superiora de las Carmelitas "no lo cuestionaba".

También el cardenal Rouco Varela -a quien le preguntó por el asunto en Madrid- le dijo que estaba "en las mejores manos, que quedara tranquila", narró esta mujer.

En la sesión de ayer también han comparecido como testigos la esposa de Miguel Rosendo, Carmen Sánchez, y sus hijos Cristian y Verónica, quienes tras iniciarse el juicio por estos hechos pasaron de la condición de acusados a ser testigos.

La mujer de Rosendo sostuvo que nunca vio a su marido decir oraciones en "lenguas extrañas", no le escuchó decir "que sacaba demonios", ni tampoco "abroncaba" ni se creía "un ser especial ni enviado de Dios". Además, ha remarcado que, pese a lo declarado por algunos acusados, él no es "para nada irascible" y "no tiene carácter fuerte, al contrario".

Sobre los supuestos abusos, manifestó: "Yo eso no me lo creo, es imposible; sé cómo es, le conozco de hace 35 años".

"Sé que no lo hizo", ha remachado, antes de añadir que todos los miembros de la Orden eran "libres para marcharse" de la organización cuando quisieran.

De igual forma, ha incidido en que las personas que participaban en las reformas de la "Casa Madre" de Mougás (en Oia) eran "voluntarios", y de hecho, "no se obligó a trabajar a nadie".

A preguntas de la Fiscalía, la mujer también manifestó que el sacerdote Ignacio Oriol les daba "6.000 euros" al mes para sus gastos familiares.

El fiscal solicita para Miguel Rosendo, que en diciembre cumpliría cuatro años en prisión provisional, penas que suman 66 años por un delito de asociación ilícita, 12 contra la integridad moral, cinco de coacciones y varios delitos contra la libertad sexual. También para otras personas relacionadas con los "Miguelianos", entre ellas dos pseudomonjas o "consagradas".

El juicio prosigue en la Audiencia de Pontevedra, con las declaraciones de unos 150 testigos.