El anuncio de Augas de Galicia de ampliar la depuradora de Lourizán ha despertado en la parroquia un sentimiento de rechazo que no es nuevo. Subyace en el sentir de una población que ha visto como a lo largo de las últimas décadas sus vecinos han librado batallas, sin mucho éxito, para evitar ser los damnificados del avance de unas infraestructuras que apenas les han reportado beneficios; el avance de un progreso al que Lourizán se siente ajeno.

Al frente de la oposición a la planta se sitúan personas jóvenes, la tercera generación de quienes lideraron los enfrentamientos, a mitad del siglo pasado, para impedir la instalación de la pastera. Detenciones y prisión para un grupo de vecinas que se han llevado a la tumba el dolor de aquella lucha. Solo dos siguen con vida, pero han enterrado en su memoria un episodio que se remonta a finales de la década de los 50 pero que la parroquia no olvida.

El conflicto había empezado antes. Con la construcción de una autovía que en principio tenía por objetivo dar servicio al balneario y al colegio de Placeres. El vial, que necesitó casi dos décadas para concluirse, fue fundamental para dar servicio a la fábrica de pasta.

Cuando la autovía comenzó a construirse, en 1949, la fábrica de Lourizán no estaba todavía en proyecto. Cuando entró en funcionamiento, en 1969, Celulosas ya estaba en funcionamiento.

La autovía atravesaba un banco marisquero que los vecinos de Placeres defendieron con la presentación de centenares de firmas ante el Concello de Pontevedra, dirigido en aquel entonces por el alcalde Remigio Hevia, que encargó un informe técnico con el que frenó la reclamación por la vía administrativa con tres argumentos: El proyecto no era del Concello, no había recibido alegación alguna durante su periodo de exposición y que los perjuicios alegados por los opositores eran "muy pequeños frente a los grandísimos beneficios que reportaría la conexión directa entre ambos municipios".

Los vecinos insistieron en el daño que la autovía causaría sobre el banco marisquero, aportando como dato que reduciría el número de puestos de trabajo generados por la explotación de los recursos marisqueros.

Los técnicos responsables de aquel proyecto consideraron que el paso de la autovía dejaba todavía una superficie aproximada de 1.300.000 metros cuadrados para la práctica del marisqueo, una cifra con la que evidenciaron el impacto "mínimo" que la arteria de comunicación tendría sobre la actividad extractiva.

Los vecinos perdieron también esta batalla, aunque 60 años más tarde constatan que el conjunto de infraestructuras que pivotan sobre Lourizán redujeron al menos en un 50% el número de permisos para mariscar en esta zona. Alrededor de 200 personas se dedican ahora profesionalmente a estas tareas.

De ello no culpan en exclusiva a la autovía, o a la instalación de Celulosas. El relleno del Puerto de Marín tuvo también su incidencia, ya que ocupa parte de la lámina de agua de la parroquia.

El Plan Especial del Puerto del año 2000, tumbado por una sentencia firme del Supremo por la carencia de un informe de Impacto Ambiental, ordena el derribo de unos 300.000 metros cuadrados ganados al mar. En este caso los vecinos ganaron en los juzgados una batalla perdida a nivel social. Pero no logran la ejecución de la sentencia.

No se rinden. Hace tan solo unas semanas Marea Pontevedra reactivaba el debate en la corporación de Pontevedra exigiendo que se permita a la Plataforma en Defensa da Praza dos Praceres la ejecución subsidiaria de la sentencia.

El relleno en el Puerto acoge en la actualidad un polígono industrial en el que se han asentado numerosas empresas. Sin embargo, en Lourizán aseguran que apenas aporta puestos de trabajo para vecinos de la parroquia y están dispuestos a continuar su lucha hasta lograr la demolición.

Tampoco ganaron la batalla contra el paso del tren por la principal plaza de Os Praceres.

Los primeros intentos de conectar la capital pontevedresa con el puerto de Marín se remontan a 1883 pero el primer tren de vía ancha en arribar a los muelles de Marín lo hizo en julio de 2002. Entre tanto, entre 1889 y 1924, una locomotora de vapor con tres coches de viajeros conectaba las localidades de Pontevedra y Marín, hasta entonces unidas por un coche de caballos que no garantizaba un servicio diario.

En 2000 el tren estuvo concebido ya para transporte de mercancía, y en aras de una mejora en la actividad económica el proyecto sacrificó una plaza, defendida con sangre por sus usuarios en una lucha vecinal en la que el coste personal fue muy elevado para muchas familias.

Las salas judiciales dieron la razón a los vecinos y los pasos a nivel fueron declarados ilegales. Pero siguen en medio de la plaza.

Lourizán inicia ahora otra batalla, la de la oposición a la ampliación de la depuradora, con un amplio bagaje en la defensa de la parroquia.