La sensación del alcalde de Ponte Caldelas, un año después de los incendios, "sigue siendo de frustración" porque no cree que se haya hecho justicia "ni con las personas más damnificadas, ni con el Concello como institución".

Andrés Díaz recuerda que más de dos mil personas quedaron sin agua. Muchos perdieron cultivos y animales. Y los que lograron salvar el ganado se quedaron sin forraje. "El Concello fue la única puerta a la que pudieron llamar y nos lanzamos a atender a todo el mundo. Repusimos ocho kilómetros de tubos de traídas y repartimos más de 200 toneladas de forraje solidario, donado por productores. Todo sobre la marcha, porque algo así ni se prevé ni puede presupuestarse".

El Concello colaboró también en la cubrición del monte con paja, en la que participaron muchos voluntarios, además de atender con medios propios las necesidades básicas de los más afectados. Puso tres viviendas sociales a disposición de familias que perdieron la suya.

Un año después, la Xunta compensó al Concello con "una limosna de 10.000 euros, cuando tuvimos unos gastos superiores a los 200.000 euros (dicen que no nos los cubren porque no eran cuestiones "de competencia municipal"). Y tienen razón, las traídas de agua vecinales, el forraje, la leña quemada, las casas calcinadas no son "cuestión de competencia municipal", sino de sentido común. Y el sentido común esta Xunta no lo subvenciona".

Para el alcalde lo peor es que los afectados, "que son personas, muchas de ellas las más humildes, los han dejado tirados. La mayor parte desistió de solicitar las ayudas abrumadas por la burocracia autonómica y, a día de hoy, la única ayuda que recibieron fue la de la cuenta solidaria abierta por el Concello y en la que ingresaron diversos colectivos con un esfuerzo encomiable".