Cinco años antes de que cerrase el Convento de Santa Clara lo hacía el asilo de ancianos, promovido por las Hermanas de la Caridad en el año 1879, cuando esta congregación se instaló en el Hospital de Pontevedra.

Desde entonces, tal y como parece que va a ocurrir con el cenobio, el edificio sigue cerrado a cal y canto, con un simple cartel advirtiendo de la instalación de un servicio de alarma para velar por su seguridad. Los vecinos de la zona aseguran que con cierta frecuencia se procede a realizar labores de mantenimiento.

Si el cierre del convento sentó mal en su momento y todavía no se entiende cómo una construcción histórica se ha dejado sin uso y camino de estar abandonada, la del asilo molestó todavía más a las familias que tenían a sus allegados viviendo allí.

Los abogados de la congregación religiosa informaron en su momento de que la institución no podía afrontar el coste de las reformas que les imponía la Xunta, mientras que el gobierno autonómico lo negó.

Se trataba de la adaptación del inmueble a la normativa en cuestión de accesibilidad, como rampas o cuartos de baño en las habitaciones.

Son ya más de seis años de cierre de una institución que en su momento contaba con 160 internos, que tuvieron que se reubicados.