No corren buenos tiempos para el comercio tradicional. La apertura y cierre de establecimientos se sucede de forma constante y no es atribuible a una calle concreta.

En la era de la globalización, en la que la compra se hace por internet y apenas son necesarios los desplazamientos, el futuro del pequeño comercio está siempre en entredicho.

Las tiendas de ultramarinos son negocios en extinción y cada vez que uno cierra un reducto de la historia local desaparece. Cada vez perviven menos de esos establecimientos de proximidad, que estaban normalmente cerca de casa y donde se podía encontrar de todo.

En Pontevedra apenas perviven media docena de estas pequeñas tiendas, que mantienen la esencia con la que en su día, hace ya muchas décadas, fueron abiertas. Modernizarse no es el objetivo, porque saben que no pueden competir con las cadenas de supermercados que les rodean y les acosan, sin llegar a ahogarles.

Sus propietarios, personas por lo general que superan los 50 años y que en algunos casos son ya la segunda generación al frente del negocio, se han acostumbrado a los nuevos tiempos. Ya no ven las tiendas como aquellos negocios rentables que permitieron a sus antecesores hacerse con un capital, sino que los entienden como un medio para continuar cotizando mientras esperan la jubilación.

Estanterías de madera en las que se acumulan todo tipo de artículos, una atención personalizada y sobre todo un horario mucho más amplio y la opción de "sacar de un apuro" a los clientes del barrio son las grandes claves de la perviviencia de estas tiendas.

Y es que aunque en los últimos años ha habido un auge de la especialización en el pequeño comercio, con la apertura de tiendas centradas en la alimentación saludable, en fruta y verdura o en carnicería o pescaderías de barrio que ponen la calidad como bandera para captar clientes, los antiguos ultramarinos mantienen una esencia diferente, que se niegan a abandonar.

Mantienen una clientela estable desde hace muchos años que acude por fidelidad a sus pequeños establecimientos y que aprecia el encanto de un diseño acorde con una época ya superada.