Circunstancias imprevistas llevaron a Sonia Miñán García a abrir su tienda en la calle San Antoniño hace tan solo seis años. Apostó por un establecimiento con solera, con más de 40 años de historia, que fue pasando de unos a otros propietarios hasta que Sonia Miñán decidió que en la especialización estaba el futuro.

-¿Qué ha cambiado usted en esta tienda?

-Me centré en la frutería. En ofrecer un producto que me diferencia. Cada vez la gente tiene unos hábitos de alimentación más sanos y sabe diferenciar el artículo de calidad.

-Pero aquí se puede encontrar un poco de todo...

-De casi todo. Tengo un variado de alimentación básica y algunas referencias más en conservas. Además mantengo lo que yo llamo "el rincón de los olvidos", que funciona muy bien y pretende ofrecer al cliente un servicio extra para aquellas cosas que necesita a última hora.

-¿Es este un barrio dinámico para su tipo de negocio?

-Yo estoy encantada con la gente de aquí. Son muy riquiños todos. Pero sí es cierto que la falta de espacios para estacionar se nota mucho. La ferretería cerró porque los clientes dejaron de venir al no encontrar donde estacionar. Yo me voy arreglando, porque mi clientela es más la gente de la zona, que viene caminando.

-Además de la calidad, ¿qué cree que valora el cliente de una tienda de proximidad como la suya?

-Precisamente eso, la cercanía, la atención, el trato personal, el dar respuesta a una necesidad que planteen. Por ejemplo, nosotros hacemos unas cestas de frutas espectaculares. Y eso nos ha generado nuevos clientes.

-¿Es un negocio rentable?

-Para mí sí, y espero que lo sea durante muchos días.