Durante casi tres años, el delfín Gaspar se convirtió en la estrella de las rías gallegas. Bautizado como el rey mago porque apareció el 5 de enero de 2008 en Ribeira, jugueteaba en los puertos, acompañaba a los barcos del transporte de ría y se dejaba fotografiar mientras presumía con sus piruetas ante los focos. Incluso llegó a protagonizar el cartel del Entroido vigués de 2009. Pero sus ganas de interactuar y su gran envergadura -casi 4 metros de largo y más de 300 kilos de peso- lo convirtieron en una amenaza para los buzos profesionales que trabajaban en el puerto de Vigo, quienes llegaron a pedir, sin éxito, la intervención de la Xunta. El cetáceo tenía predilección por sus aletas y llegó a arrastrar peligrosamente a uno de los operarios en plena faena.

Los expertos especularon con el entrenamiento militar del delfín, mientras el posible desertor, ajeno al peligro involuntario que generaba, siguió jugueteando por las costas de Galicia y Portugal hasta que en 2010 desapareció sin dejar rastro. Fue avistado por última vez en A Coruña en julio, dos meses después de arremeter contra una trainera durante un campeonato en Cangas.

El solitario ejemplar había llegado a Galicia procedente de la Bretaña francesa, donde todavía le recuerdan y el diario Le Télégrame le acaba de rendir homenaje con un artículo sobre esta "leyenda" marina. Allí le bautizaron como Jean Floc'h y, aunque al principio era bien recibido, su afición por robar remos y bloquear hélices acabó convirtiéndolo en una molestia para los pescadores, que incluso llegaron a amenazarlo de muerte.

Sin embargo, el artículo refiere el episodio de Cangas y recoge las sospechas de dos expertos franceses sobre un "trágico final" a manos de pescadores gallegos que habrían "liquidado por su cuenta" a Gaspar con dinamita.