Turista en Combarro cuando la villa marinera apenas sabía lo que eran los foráneos. Lo suyo fue un amor a primera vista. "Igual que me enamoré de mi marido, me enamoré de Combarro. No sabría decir porqué. Fue química", explica Hortensia Vilas, más conocida como Marihort.

Lucense de nacimiento, orientadora en colegio de Lugo, pero combarresa de corazón. Un sentimiento que ahora premia la villa, con la elección por parte del Ateneo Corredoira como pregonera de la XXXV edición de la Semana Cultural de San Roque.

La idílica historia de Marihort y Combarro nace en sus ascendientes. Su padre, un maño de Barbastro se dedicaba a viajar por Galicia como representante de firmas comerciales. Y cuando llegó al Combarro de hace más de medio siglo, se quedó prendado de su belleza. Con interés también en las artes, comenzó a pintar estampas de esa fachada marítima salpicada de piedra y tradición. Y convenció a su mujer, la madre de Marihort, para pasar en esa villa marinera los veranos.

Hortensia nació en Lugo, pero comenzó a andar en Combarro. "Yo cumplí mi primer año allí", expresa Marihort. Desde entonces, no ha faltado ningún verano a su cita con el pueblo. Allí vivió su infancia, rodeada de "las cinco o seis familias que por aquel entonces veraneaban en el pueblo". "Cuando casi nadie había descubierto el pueblo", especifica. Allí fue su despedida de soltera, allí se quedó embarazada y allí fue bautizada su hija, elegida de pequeña reina de las fiestas de la parroquia. También descansa enterrado en tierras combarresas un perro de la familia.

"Creo que elegí mi profesión para tener más vacaciones y poder pasarlas aquí. A mí me gusta mucho estar en Lugo, pero creo que el invierno es un tránsito hacia mi llegada a Combarro", expone.

Marihort explica que sus padres le dieron a elegir entre invertir en una casa en Combarro o hacerlo en un Sanxenxo que, por aquel entonces, ya llamaba poderosamente la atención por su ambiente veraniego. "No lo dudé. A mí me encanta la esencia del pueblo. Me encanta vivir en Combarro y no lo cambio. Obviamente de joven me gustaba ir a Sanxenxo. Pero para vivir...", recuerda. Así que, finalmente adquirieron una vivienda en un viejo hotel que ahora es apartamento frente a la Playa de A Canteira.

Marihort explica que el pueblo ha cambiado mucho en todos estos años. "Ahora hay muchos más turistas y a veces te duele que no respeten. Es un poco egoísta. Quieres compartirlo, pero te gustaría que la gente no aparcase en cualquier lado, cuidase el entorno...", reconoce.

Pese a ello, para Vilas, Combarro no ha perdido un ápice de encanto: "Es entrañable. Todo está interrelacionado. Los niños y los mayores se tratan entre sí. No hay salto generacional".

Marihort también explica que el afecto que desprende por Combarro se lo traslada a todos. "Cada persona que traigo se enamora. De hecho, el escritor Manuel Vilas, que es mi primo, cita en su novela Ordesa (traducida a varios idiomas) a Combarro", apunta.

Por eso mismo, Marihort se considera una "embajadora" del pueblo. No extraña, por tanto, que la designación como pregonera de la Semana Cultural de San Roque le hiciese "una ilusión bestial". "El presidente del Ateneo me dio una carta. Yo fui la primera sorprendida, pero explicó que ahora ya no buscan tanto gente con renombre, sino personas que signifiquen algo para el pueblo", comenta Marihort, cuya madre recibió hace unos años un homenaje por ser de las primeras turistas en la parroquia. El obsequio lo recogió la hija, que asegura haber estado más años veraneando en Poio "porque ella se fue a Marbella".

Ahora, su día a día consiste en hablar con gente del pueblo, donde todos la conocen, y reunirse con multitud de amigos para disfrutar del ambiente. "Ya son hasta terceras generaciones. La pandilla ha ido creciendo", asegura una lucense que quiere a Combarro "por lo menos tanto como cualquier combarrés".