Los artesanos de "Chalana" tienen dos tipos de clientes diferentes. El pontevedrés que adquiere algún artículo porque le gusta, y lo hace mientras disfruta de un paseo por la ciudad. Ese perfil suele hacer sus comprar por la mañana o a media tarde. Y el turista, que quiere llevarse un recuerdo de su paso por Pontevedra.

"Normalmente adquieren algo para regalarle a un familiar, pero se fijan siempre en el precio. Todos los años buscan un recuerdo económico, pero este verano detectamos una mayor contención en el gasto", asegura Rocío Frade.

La austeridad ha sido la tónica dominante en esta edición de la feria, en la que los último días de calor han contribuido a un descenso importante en las ventas de los artesanos, especialmente gravoso para aquellos que tuvieron que desplazarse desde lejos, lo que incrementó sus gastos al tener que asumir el pago de un alojamiento.