-¿Qué opciones barajan las comunidades de montes para rentabilizar mejor sus superficies?
-Sobre la mesa hay varias opciones, todas ellas en fase experimental. Lo que tienen claro los comuneros es que hay que diversificar y partiendo de esa premisa se busca aquello que mejor se adapte. El lúpulo para cerveza; la paulonia, que es una especie de crecimiento más rápido que el eucalipto y se destina a biomasa; los cultivos de frutos del bosque y la cría de ganado ecológico en libertad son algunas de las opciones que están sobre la mesa y algunas ya forman parte del paisaje de algunos montes.
-¿Optar por este tipo de plantaciones está al alcance de todas las comunidades?
-Las que disponen de una mayor viabilidad económica son las que se plantean la diversificación. Hay que tener en cuenta que esta transformación del monte no es barata y existen pocas líneas de ayuda para llevarlas a cabo.
-¿Está contrastada la rentabilidad de estos cultivos?
-El problema en la mayor parte de los casos no son las especies y su arraigo en el suelo, sino la actividad humana. Tenemos casos de rebaños de ovejas de un particular que entran sobre una plantación reciente y la destrozan totalmente. En Covelo tuvimos un sabotaje a una plantación completa de olivos por parte de un particular que dañó las plantas. La gente es muy reacia a los cambios.
-¿La parte económica es la única motivación para las comunidades de montes?
-En absoluto. Estamos en un momento de cambio, de transformación, en el concepto de gestión del monte. Galicia tiene el 6% del terreno forestal de España y es necesario empezar a concebir esta superficie en términos de sostenibilidad económica. Las opciones que barajan las comunidades de montes buscan obtener ingresos extras, pero también implantar cultivos que generen riqueza en el país, que aporten puestos de trabajo de calidad y que, sin perder el verde que caracteriza Galicia, garantice el desarrollo de nuevas industrias.
