Francisco González tiene claro que los olivos volverán a formar parte del paisaje rural gallego, como ya lo hicieron en los primeros siglos de esta era.

Y está convencido de que la producción de aceite traerá ventajas no solo para los comuneros, que tendrán en esta planta unos ingresos extras, sino para la población en general, ya que el desarrollo de este sector podría generar un importante número de puestos de trabajo "de calidade, porque o coidado destas plantas deriva nun traballo moi bonito".