El corredor entre Portonovo y A Lanzada volvió a colapsarse ayer. Pero esta vez, si cabe, más que nunca. Tan grave fue la situación creada que tuvo que intervenir la Guardia Civil de Tráfico para regular el paso de los miles de vehículos atrapados en este vial.

Pero eso no es todo. Incluso fue necesario apagar el semáforo instalado por la Xunta, a petición del Concello de Sanxenxo, en Noalla. Fue concebido para facilitar el paso de peatones desde A Revolta hacia la playa, pero se cree más que demostrado que lo único que consigue es empeorar de manera preocupante la circulación rodada ante el constante cruce de personas por ese lugar.

Se sitúa justo donde desemboca el corredor, un tramo de solo dos carriles que procede de la Autovía do Salnés, que tiene cuatro, y enlaza con la carretera del istmo, de otros cuatro viales, dos en cada sentido. La consecuencia es que el tramo desde Portonovo se convierte en una "ratonera", ya que forma un "cuello de botella" que ralentiza tanto la circulación que incluso obliga a detener por completo los vehículos.

Ayer, a las doce del mediodía, las retenciones ya afectaban a la totalidad de la vía rápida, es decir, a los siete kilómetros que hay entre la emblemática playa y la Autovía. Y la situación solo podía empeorar a medida que pasaban las horas y seguían llegando bañistas, como también por la tarde, cuando llegó el momento de regresar a casa.

En O Grove, donde el alcalde José Cacabelos insiste en pedir que ese semáforo se elimine definitivamente, reclaman el desdoblamiento de la vía rápida para dotarla también de cuatro carriles, de acuerdo con el proyecto que empezó a plantearse y a prometerse hace casi una década. El regidor muestra su preocupación por la "mala imagen" que puede proyectarse de su pueblo a causa de estos embotellamientos, de los que responsabiliza directamente a la Xunta.

Los empresarios coinciden y apostillan que "cada verano se repiten los problemas, por lo que es precio desdoblar la vía rápida cuanto antes". A lo que añaden que "el semáforo de Noalla solo sirve para empeorar las cosas". La Xunta optó en su día por esa solución tras descartar un paso subterráneo o una pasarela elevada por su impacto en una zona protegida.