Julio Santos Pena presentó ayer por la tarde su nuevo libro "Ons no meu corazón" en el Museo Torres, en Marín. Este acto se enmarcó dentro de la programación del "Club de Opinión Portocelo", del que él también es miembro. Por esa razón eligió la sede del club como lugar para el evento.

En el acto el escritor, periodista y docente marinense hizo un repaso por algunas de sus vivencias en la Isla de Ons y explicó la razón que le llevó a escribir este libro. Aseguró que llevaba mucho tiempo queriendo escribirlo y casi 45 años después de vivir allí se ha decidido a hacerlo porque cree que "las Islas Ons están de moda" y generan interés en la gente. Por esta razón piensa que este es el momento perfecto para publicarlo.

Además de Santos Pena,intervinieron en el acto Arturo Sánchez Cidrás, maestro jubilado de Bueu que conoce al autor y también tiene muchos conocimientos sobre la isla; Lupe García Prieto, que se encargó de la corrección y normativización del texto; y Ángel García Carragal, presidente del "Club de Opinión Portocelo" y coordinador de la charla. A Julio Santos le hubiese gustado que también estuviese presente Tino Pardellas de Blas, que fue quien hizo el prólogo para su libro, pero no le fue posible asistir.

"Ons no meu corazón" se trata de un libro que cuenta sus vivencias propias durante los tres años que estuvo como profesor en la Isla de Ons entre 1971 y 1974. Él se mudó al lugar con su familia de forma permanente para impartir clase a los niños que vivían allí. Incluso su primera hija nació en la isla y pasó allí sus primeros años de vida.

25 capítulos

La obra está compuesta por 25 capítulos en los que narra historias tanto alegres como trágicas. Entre estas últimas está el naufragio del Nuevo Maruja Costas cerca de la Isla de Onza en 1972. Julio Santos califica esa noche como "trágica", ya que no pudieron hacer nada por ayudarles "debido a la bravura del mar".

El autor cuenta que su etapa como profesor en la isla fue "muy difícil", ya que era una escuela unitaria con alrededor de 40 niños. Comprendía edades desde los 6 años a chicos mayores de 17 años que trabajaban por la zona y a los que los fines de semana invitaba a asistir a sus clases.

Los otros profesores venían los lunes a la isla si había barco, es decir, "si el temporal o las malas condiciones del mar se lo permitían", y luego volvían a tierra. Si las condiciones del temporal no mejoraban los profesores no visitaban la isla, por lo que los niños podían quedarse sin clase durante el periodo que durase el mal tiempo. Por lo tanto, él era el profesor que vivía en la isla permanentemente, lo que le permitía atender mejor la educación de estos niños.

Con los pocos medios de los que disponía el autor en la isla conseguía sacar a los niños de las tabernas para jugar al fútbol y hacerles salir al exterior. Recuerda como incluso consiguió "llevarlos a cantar un mayo a Marín".

El libro narra historias de la época en la que la isla era un lugar habitado por cerca de 400 personas que conformaban una singular comunidad. El lugar no era visto como un destino turístico como hoy en día. El número de visitantes un domingo podría llegar como mucho a los 12 y en su mayoría venían en yates para pescar. Esto contrasta mucho con la visión que hoy se tiene de la isla. En ella casi no quedan habitantes y se han masificado las visitas turísticas a este entorno, que ya es clasificado como destino turístico de las Rías Baixas.

Julio Santos cuenta que en aquella época "la vida en la Isla de Ons era muy diferente a la que había en tierra firme". Por aquel entonces "no había luz en la isla y apenas llegaba algo de corriente que permitía encender una televisión en blanco y negro durante un par de horas al anochecer". Tampoco había coches ni motos. Los servicios públicos como los médicos y las farmacias no llegaban a la isla. Era una vida más rudimentaria. Era una manera muy distinta de vivir.