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El comercio afronta las rebajas sin ilusión

Las ventas se centran en las tiendas de los gigantes del textil y pasan desapercibidas para el pequeño empresario

El comercio comienza las rebajas de verano sin haberse registrado apenas días de sol. // Rafa Vázquez

El pequeño comercio afronta la campaña de rebajas de verano con muy pocas expectativas de venta y nula ilusión. Competir contra las grandes cadenas es una tarea cada vez más compleja para los establecimientos locales que compran a fábricas españolas la totalidad de su mercancía, sobre todo en lo que a textil y calzado se refiere. Importan algunos artículos muy específicos, pero a fabricantes que priman la calidad y eso tiene una traducción en precio.

Frente a ellos las tiendas de los gigantes de la moda cuelgan carteles con importantes descuentos, que en gran parte de los casos no afectan a toda la mercancía que ofrecen en el interior.

Ernesto Filgueira, vocal de Zona Monumental, es contundente al asegurar que las grandes empresas del textil fabrican o compran las prendas fuera de España con costes irrisorios y eso les permite vender a precios muy asequibles para los consumidores. "Cuando llegan las rebajas aplican descuentos impresionantes y estoy convencido de que siguen ganando. Para el pequeño comerciante es totalmente imposible competir".

Hay por tanto, a juicio del directivo de Zona Monumental, una gran diferencia de calidad entre los artículos que se puedan adquirir estos días en los comercios pequeños de Pontevedra y los establecimientos pertenecientes a las grandes cadenas.

Filgueira, que hace años augura malos tiempos para el sector local, está convencido de que la liberalización de las rebajas, que ahora no se ciñen a un periodo completo, como la libertad de horarios, no son decisiones casuales adoptadas en su momento por los gobierno competentes. "Son decisiones políticas tomadas a conciencia para favorecer los intereses de las grandes empresas y sin tener en cuenta ni al pequeño empresario ni las consecuencias que tendrían para ellos".

Y es que el comercio local afronta la campaña de rebajas con la mayor parte de su mercancía sin vender. Las escasas jornadas de sol registradas en los últimos meses animó muy poco la adquisición de artículos veraniegos. Ello obliga al comerciante a rebajar las prendas de temporada para poder hacer frente al pago, "pero los retrasos continuados de las temporadas perjudican muchísimo, porque si no se vende en el momento que hay que hacerlo tampoco hay dinero para pagar cuando hay que tenerlo".

La imposibilidad de competir en precio no es el único inconveniente que tiene que superar el comercio de la ciudad. Otro de los escollos a los que se enfrenta es la tan de moda venta on line.

Hace tan solo unos años los establecimientos pequeños se sumaron a la moda de crear una página web en la que ofertar sus productos, facilitando así a los consumidores poder adquirirlos sin desplazamientos.

Sin embargo, tampoco les es posible competir con la agilidad de las grandes plataformas a la hora de servir un producto, ni con la variada oferta de que disponen. "Es imposible para un comerciante competir a la hora de entregar la mercancía y en la reposición inmediata de los artículos. Este tipo de ventas se está monopolizando y al final, como todo, quedará en manos de dos o tres plataformas".

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