El sonido de las gaitas emocionaba a Vicente Cerdeiriña, arcipreste de Lérez y párroco del Divino Salvador, a su llegada al restaurante, al que acudió pensando que compartiría una comida con los ocho catequistas que durante los últimos meses se encargaron de la preparación religiosa de los más pequeños de la parroquia.

Pero en el establecimiento le esperaba parte de su familia, desplazada desde A Coruña, amigos, sacerdotes de otras parroquias en las que Vicente Cerdeiriña había oficiado antes de desplazarse a Poio, muchos amigos y feligreses.

Las sorpresas no acabaron ahí. El párroco recibió también un libro recopilatorio de los momentos más destacados de su estancia en Poio, que suma la friolera de 40 años, ya que tan solo diez después de abandonar el Seminario se asentó en esta parroquia, que no tiene intención de abandonar.