La manifestación pacífica sigue y el recelo no acabará hasta que se solucione definitivamente el problema de las viviendas ilegales. Pero Vilaboa ha acogido con cierto "optimismo" la respuesta de Augas de Galicia al informe remitido por el Concello sobre la población que actualmente cuenta con abastecimiento.

En dicha respuesta, Augas destacaba que dicho abastecimiento está garantizado en el 64,4% de los núcleos municipales y para un total del 74% de la población. El organismo de la Xunta concluyó que tres de las cinco parroquias (Santa Cristina de Cobres, San Adrián de Cobres -menos el núcleo de Alcornoque-, y San Martiño de Vilaboa -descontando los núcleos de A Graña y Novás-) cuentan con concesiones suficientes para cubrir la demanda de su población.

Esta situación abre la puerta a una aprobación parcial del PXOM, algo que supone un soplo de aire fresco no solo para las más de 60 familias afectadas, sino para todo el pueblo, que siente y padece como propios los problemas de legalidad urbanística.

"Aquí estamos todos unidos porque nos conocemos. La casa de mi suegra no está afectada, pero yo hago fuerza como uno más", comenta Marcos Otero, que se desplaza desde Moaña para acampar frente a la casa de Enrique Martínez, vecino cuya amenaza de la piqueta es más inminente.

O al menos así era hasta hace unos días. Porque la respuesta de Augas de Galicia paralizó todo movimiento de derribos. El plazo para que la APLU (Axencia de Protección da Legalidade Urbanística) ejecutase la demolición de su vivienda finalizaba el pasado miércoles 6. Pero en la parroquia de Santa María de Cobres no aparecieron ni las máquinas, ni ningún responsable emitió comunicado alguno.

Una semana después, impera la ley del silencio. Pero extraoficialmente, todos en Vilaboa conocen que los procesos de derribo se han paralizado. "Hace dos domingos avisaron a una empresa para que viniese, pero el miércoles le dijeron que no", explica la decena de vecinos acampados.

"Creemos que la presión vecinal ha influido mucho, por supuesto. Al final, estamos haciendo mucha fuerza de forma pacífica. Y eso no hay forma de pararlo, porque no es ilegal", señala Manuel Pereira, otro de los habitantes de Vilaboa que se encuentra en la acampada reivindicativa pese a no estar afectado.

Mientras, de cara al futuro piden una solución definitiva porque solo así se acabará "la incertidumbre". "Tener una amenaza sobre tu única casa, que está construida con permisos, no es forma de vivir. Solo queremos que vuelva la tranquilidad", explica Martínez, que recalca que seguirán acampados "eternamente" hasta que el conflicto no sea más que un mal recuerdo.

Precisamente para organizarse e informar de la situación actual a todos los vecinos, la Casa de Montes de Santa Cristina, a la que acudieron decenas de personas. La idea es seguir acampando y manteniendo "la alerta" por si acaso, ya que no existe notificación oficial del aplazamiento de los derribos. "Nosotros somos como Verano Azul: no, no, nos moveran", canturrea cómicamente Fábio López, que también acude día sí día también a la acampada por solidaridad, pese a sus problemas respiratorios actuales. Piensan que Vilaboa, unida, jamás será vencida. Y de momento, están logrando su objetivo.