El Centro de Investigación Forestal de Lourizán (CIF) está de celebración: 75 años trabajando en el sector, lo que lo ha convertido en un referente a nivel nacional e internacional. Para dar a conocer esta efemérides, mañana viernes celebrará en sus instalaciones un acto conmemorativo que tendrá una segunda parte el 20 de septiembre.

Creado en el año 1943 como Centro Rexional de Ensinanzas, Investigacións e Experiencias Forestais, se ubicó en la finca de 52 hectáreas que fue propiedad del político Eugenio Montero Ríos y que en la actualidad pertenece a la Diputación de Pontevedra. Tal y como se le conoce hoy día, está integrado en la estructura de la Subdirección Xeral de Innovación e Experimentación Agroforestal de la Consellería do Medio Rural, tras ser transferido a la Xunta de Galicia en 1984.

Han sido décadas durante las cuales se han desarrollado multitud de proyectos de investigación en diferentes áreas del sector forestal, lo que ha convertido al centro también en un vivero de investigadores y docentes que hoy ejercen su trabajo en él y en otras instituciones.

Enrique Martínez Chamorro, doctor ingeniero de montes, es su director desde 2014. "Desde que se fundó este centro todos los que estudiábamos Ingeniería de Montes, por aquel entonces en Madrid, hacíamos aquí las prácticas. Durante estos 75 años han pasado todos los estudiantes, después también con las escuelas de Lugo y Pontevedra", destaca.

"El centro nació con una doble filosofía: investigar y enseñar sobre ciencias forestales y tener un sitio al noroeste de la península, donde más actividad forestal hay, para ampliar estos dos campos", resume.

No fue este el único proyecto que se inicia en plena posguerra, "ya que la Escuela Naval Militar de Marín también cumple este año 75 años". "Se empiezan a crear desde la nada muchas cosas, quizá por el deseo de dotar al país de autosuficiencia y, en este caso, se quería potenciar las ciencias forestales para empezar a producir y tener madera para cuestiones básicas, la construcción, fabricación de papel...", considera Enrique Martínez.

Líneas de trabajo

La línea de trabajo del centro sigue siendo similar. Tal y como explica su director, existen tres departamentos diferenciados que colaboran entre sí. El de defensa del monte, conocido entre los trabajadores como el de fuegos, es el encargado de investigar para la prevención y extinción de incendios, así como la restauración de las zonas dañadas.

Por su parte, el departamento de genética forestal y silvicultura intenta mejorar genéticamente las plantas para hacerlas más resistentes a patógenos y enfermedades forestales "que nos están llegando por todas partes".

Por último, el fundamento del departamento de ecosistemas forestales es el conocimiento del medio natural, de las especies y del comportamiento del cambio climático.

El Centro de Investigación Forestal de Lourizán cuenta con unos 50 trabajadores, entre funcionarios, investigadores y becarios.

"Estos últimos años el centro ha dado un paso muy importante en la transferencia de resultados de investigaciones. Cada vez apuesta más por la investigación aplicada, algo que es muy importante y bien visto", destaca Enrique Martínez.

En este sentido, enumera los estudios sobre mutaciones de castaño, la resina, la restauración de áreas quemadas y la evaluación de pérdida de suelo, los combustibles forestales o el cambio climático. Son proyectos apoyados por la Xunta, el Instituto Nacional de Investigación Agraria, europeos y otros de mecenas, como Inditex, la fundación Juana de Vega o la fundación Paideia.

El más inmediato será el apoyado por Reale Seguros a través del llamado "túnel del fuego", Dispositivo Experimental de Lume Forestal (Delfor), que se encuentra en las instalaciones pontevedresas. Con él se estudiará el comportamiento del fuego de forma controlada con retardantes para hacer barreras en la extinción, entre otras. "El túnel se ha ampliado hace poco, a 15 metros, lo que lo convierte en el más grande de Europa", subraya el director del centro. Se tiene constancia de otro de similares características en Australia.

En esta estructura se introducen vegetales para comprobar su comportamiento como combustible. Cuenta con cuatro ventiladores que generan un flujo de corriente lo más laminar posible y las condiciones de viento similares al exterior. Los sensores controlados permite el estudio científico del fuego, lo que avala su utilidad tanto en el ámbito de la prevención como la de extinción de incendios forestales.

Fuga de cerebros

Como suele ocurrir en el ámbito científico y de la investigación, el centro de Lourizán también tiene sus reivindicaciones. "Hay mucha gente que termina el doctorado con nosotros, muy preparada, que desea continuar aquí y el desarrollo de sus investigaciones lo merecería, pero estas cosas no son muy fáciles. Siempre pediremos mayor fijeza de investigadores y mayor peso investigador, porque eso es bueno para el centro, la sociedad y las ciencias forestales", reconoce Enríque Martínez.

El director del centro destaca que es el primero creado en España. "Por aquí han pasado muchísimos forestales, biólogos, agrónomos... una cantera importante, que se ha preparado aquí y que de aquí se ha ido al Instituto Forestal de Investigación Agraria, al CSIC, a escuelas como docentes... Todos ellos están difundiendo conocimientos científicos", afirma, para añadir que "muchas de las cuestiones en el mundo forestal tienen su base aquí".

"Este sigue siendo el centro de referencia por antigüedad y prestigio, así como por el material que se ha ido creando, de especies, así como colecciones en herbarios, así como el Jardín Botánico, que es de los principales de Europa, tanto en especies como en agrupaciones arbóreas, que es muy difícil encontrar en otros sitios", concluye.