El mirlo blanco es una rara avis muy difícil de encontrar, por no decir que constituye una tarea condenada al fracaso. Eso ocurre particularmente en política, porque los que andan sueltos no se dejan cazar.

El PP pontevedrés estuvo muchos años a la busca y captura de un mirlo blanco, capaz de recuperar la alcaldía que dejó escapar un mal día, con resultado bien conocido: veinte años en la dura oposición municipal, que convirtieron al alcalde Lores en el mirlo blanco del BNG.

Rafael Domínguez Artime iba para médico entonces y estaba destinado a liderar la tercera generación encargada de gestionar el hospital fundado por su admirado abuelo, pero una venta inopinada del centro asistencial cambió su estrella. Él llevaba ya dentro el gusanillo de la política, un bicho que creció en su interior hasta eclosionar ahora en la complicada tarea de liderar al PP para desalojar de la alcaldía a su arrendatario más longevo, hasta el punto de que en vez de inquilino parece su propietario a perpetuidad.

La lucha política que se avecina va de médico a médico. Muchos pacientes dieron a Lores en 1987 los votos que le faltaban a su partido para obtener una representación municipal que no tenía. Y también los votos de muchos pacientes, y algunos más prestados, va a necesitar Domínguez para conseguir ese objetivo mayúsculo.

De entrada, parte con una ventaja insólita con respecto a todos sus antecesores: nunca un candidato nuevo del PP a la alcaldía pontevedresa dispuso de todo un año por delante para visualizar su propósito. Ese tiempo constituye una novedad impulsada por Alfonso Rueda, igualmente sabedor de que la situación exigía a Jacobo Moreira echarse a un lado y dar paso a su concejal. Otro movimiento inaudito, que el presidente provincial ha apadrinado con discreción y elegancia entre ambos protagonistas.

Ahora falta por ver si puertas adentro, Rafael Domínguez logrará aglutinar sin fisuras a afiliados y simpatizantes en torno a su candidatura, una tarea bastante peliaguda. También hay que sopesar si puertas afuera, acertará con su proyecto de futuro y encontrará los puntos débiles de Lores y el BNG en su asalto a la alcaldía, una labor harto complicada.

Cuando una cosa empieza bien tiene más posibilidades de acabar bien, pero eso no constituye por sí sola ninguna garantía del éxito final. Ahí está el Meollo de la cuestión.