Fernado Lafuente se considera un hombre "afortunado". Después de una vida dedicada a la arquitectura, a sus 62 años reside en Philadelphia y vive del arte. El próximo curso iniciará una etapa como artista asociado en la Universidad de Hamilton, pero antes presenta en su Pontevedra su exposición "Reconstrucciones" hoy a partir de las 20 horas en el Patronato Rías Baixas. Una muestra que estará en la ciudad hasta el 15 de junio.

-Presenta hoy su exposición "Reconstrucciones". ¿Qué podrá ver el público asistente?

-Quizá vean una obra que parece sin homogeneidad. Yo siempre pinto, rompo, destruyo, corto y con el material que queda reconstruyo y genero una obra nueva. El haber destruido me facilita que la obra tenga un valor añadido. Creo para destruir y después reconstruyo. Es una necesidad, algo obsesivo además. Nunca sé cuando una obra está acabada.

-¿Se siente satisfecho definitivamente alguna vez con su obra?

-Satisfecho no te sientes nunca. Buscas no saber adonde quieres llegar. Porque si llegas sería un tormento. Dirías: ¿y ahora qué hago? Siempre dejo la puerta abierta a una vuelta de tuerca. Se trata de tener inquietud y pasión por un resultado que cada vez me llene más.

-Da la sensación de que su obra está siempre inacabada.

-Creo que la obra la acaba el espectador cuando la mira y siente algo. Ahí siento yo que la obra está acabada. Hay que dejar siempre al espectador la posibilidad de sentir lo que tiene que sentir. No tiene ni porqué interpretarla ni pensar cómo se ha hecho.

-Su obra está muy marcada por la Arquitectura.

-Yo no puedo quitarme toda la experiencia de Arquitectura. Yo hago una obra geométrica con cierto rigor. Pero trato de no caer en él. Es un freno para mi capacidad de crear. Aunque al final hay algo en mi cabeza que no me deja ser poco arquitecto y cuando me salgo de unos cánones me produce intranquilidad. Quizá coarte mi libertad creativa, pero también me aporta conocimiento de estructuras, de materiales, de cómo funciona lo que está bien diseñado? Es un problema y a la vez una ventaja.

-¿Tiene el mundo de la construcción abandonado ya?

-Desgraciamente no. Pero sí lo pretendo abandonar. Es algo que para mí se ha complicado mucho en temas de normativas. Al final los proyectos parecen libros de Derechos. Creo que no es tan divertido. El diseño ya es solo una parte ínfima de la arquitectura. Ahora estamos sujetos a cumplimientos de normas europeas. He sido un arquitecto que ha disfrutado de su profesión (creía que disfrutaría más), pero ahora mismo prefiero dedicarme al arte.

-¿Se puede vivir del arte?

-Por un lado, yo me siento útil creando. Por otro lado, vendo las obras y con eso ganas un dinero. Al final, sé que es muy difícil pero también es un proyecto ilusionante intentar vivir del arte y convertirte a todos los efectos en artista. Si no lo intento, sería un artista a tiempo parcial. Y yo no soy capaz. Cuando me centro en algo, me entrego de forma intensa. Sería genial poder vivir de eso. Pero no me gustaría vivir a medias. Tener un medio para vivir y luego pintar para disfrutar? no me vale porque el arte ocupa muchísimo y es necesario tener libertad.

-Parece hasta perturbador que ocupe tanto. ¿Le llega a frustrar en algunos momentos?

-Sí, claro. Pasas momentos delicados. Tú creas, pero luego te entran las dudas de si lo que estás haciendo es bueno, si va a tener éxito? Es mucho trabajo y muchos reveses. Tú quieres enseñar tu obra y la gente no agradece ya no solo el resultado final, sino el esfuerzo que has hecho. Yo antes pensaba que los artistas no hacían nada. Pero a mí ahora, cuando me proponen una exposición con menos de un año de margen, me estresa en cierta medida.

-Estudió Bellas Artes de forma tardía. ¿Lo necesitaba como artista?

-La necesitaba como persona. Me gusta mucho saber. Absorbí y aprendí más en Bellas Artes que en Arquitectura. Y además está la faceta humana: mis compañeros tenían 18 años y no conocí sus problemas desde la parte de profesor o padre. Yo era uno de ellos. Ese conocimiento desde dentro es fantástico. Nos tratábamos como iguales y esa experiencia para mí fue muy importante. De mis compañeros aprendí muchísimo sobre cómo entiende la vida otra generación. Algo que mis hijos no me transmitían, ellos sí porque era su amigo y podían confiar en mí. Estoy muy contento de esa etapa.

-¿Y la política? ¿Es una etapa cerrada?

-También fue muy interesante y aprendí muchas cosas. Debes gestionar los problemas de las personas. Hay que ser cuidadoso,explicar todo? Me gustaba. Fue una etapa súper intensa porque eres concejal desde las 8 de la mañana a las 10 de la noche. Tienes que estar para solucionar los problemas de la gente. Es muy bonita, pero si te lo tomas con pasión es muy exigente. Es una etapa cerrada.